«El anuncio es una forma gráfica de mostrar la plumofobia. Deja claro que todo lo que no proviene de la masculinidad se rechaza», declara Mikel Etxezárraga García, un joven cacereño de 22 años que muestra su repulsa al ‘spot’ publicitario de Snickers. «Lo único que hacen campañas así reforzar los diferentes estereotipos. Esto a la larga pueden traducirse en agresiones», lamenta.

Desde que era niño ha sufrido discriminación por no ser un hombre masculino normativo. «Antes de tener el debate conmigo mismo sobre mi orientación sexual, incluso en el colegio, ya me insultaban y me llamaban maricón», recuerda. «Te obligan a ocultar la pluma en muchos aspectos de tu vida cuando es imposible», asegura. «El problema empieza cuando eres pequeño pero con el paso del tiempo se convierte hasta en una barrera para alcanzar tus metas y existe un techo de cristal irrompible», señala. «¿Por qué no hay hombres femeninos o mujeres masculinas en la publicidad a menos que sea para ridiculizarnos?», pregunta.

Que le juzguen lo sufre en su día a día. «Si voy por la calle con bolso, me miran; si lo hago maquillado, también. O te ves obligado a intentar andar más masculino si pasas por delante de un grupo de chicos heterosexuales o actuar como si no fueras tú», confiesa. No obstante, la pluma y la sexualidad no tienen por qué ir de la mano. En muchos casos sucede lo contrario. «Un hombre heterosexual también puede ser afeminado. Además de agresiones homófobas se sufren las plumófobas porque no nos atacan solo por ser homosexual sino por no ser masculinos tal y como el canon social impone», explica Mikel.

¿Puede ser una estrategia de marketing? El joven responde tajante: «No lo quiero ni pensar. Para mí sería mucho peor, ya que el daño causado es premeditado. Sería de tener mucha sangre fría ahora mismo. Prefiero creer que ha sido un desliz. Pero puede ser que sí». «Tampoco entiendo que personas del colectivo, --refiriéndose a Aless Gibaja--, se presten a campañas así», añade. Sin embargo, aclara que una disculpa o retirar el anuncio no es suficiente y que la explicación de la empresa sobre que el hambre puede alterar el carácter no tiene cabida. «La pluma no tiene nada que ver ni con el carácter ni con el estado de ánimo. Es una forma de ser, la tienes o no la tienes, pero no se puede quitar. No por comerme una chocolatina se me va a pasar», ironiza al recordar la explicación de la empresa sobre su publicidad. «Me quedo con Huesito. No comeré Snickers», asevera. «Como sociedad y tristemente estamos dando pasos atrás y no nos vamos a callar», zanja.