El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa y progresiva del sistema nervioso que afecta al movimiento. Es el segundo trastorno que más prevalece en la actualidad después del Alzhéimer y pertenece a los llamados Trastornos del Movimiento. Según datos recogidos en 2021 por parte de la Asociación Parkinson Extremadura, hay más de 5.000 extremeños que padecen esta dolencia y la media de edad supera los 50 años, con una mayor incidencia en hombres y zonas agrícolas.

La enfermedad consiste en la pérdida de neuronas en la sustancia negra, una estructura situada en la parte media del cerebro, que deriva en la falta de dopamina (sustancia que permite realizar movimientos con normalidad). Por lo tanto, la actividad cerebral se vuelve anormal, el control de la movilidad se altera y aparecen los temblores y la rigidez.

Algunas de las primeras señales de alerta son los problemas de sueño, la omisión de letras al escribir y la falta de expresividad en la cara. Con el paso del tiempo, se acentúa la gravedad debido a la destrucción progresiva de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra.

Causas

No hay causas concretas que produzcan la enfermedad, pero algunos aspectos pueden influir en su aparición, como por ejemplo, los genes. Ciertas variaciones genéticas pueden aumentar el riesgo, aunque es poco común, excepto en las familias donde muchos miembros padecen este trastorno. Se estima que entre el 15% y el 25% de personas enfermas cuentan con algún pariente que lo ha desarrollado previamente.

Normalmente, es más frecuente en hombres que en mujeres, entre 50-60 años. Si la enfermedad aparece antes de este rango de edad, se denomina EP de Inicio Temprano. También, algunos estudios alertan que la exposición continuada a toxinas o factores ambientales durante años puede aumentar el riesgo de desarrollar Parkinson en un futuro.

Síntomas

Normalmente, los síntomas comienzan en un lado concreto del cuerpo y van empeorando en ese lado incluso después de que la enfermedad afecte a ambos. Las primeras señales suelen pasar desapercibidas y la evolución varía dependiendo de la persona.

Pueden aparecer síntomas motores (directamente relacionados con el movimiento) como lentitud, temblores, rigidez muscular, dificultad para hablar y escribir y alteración de la postura y el equilibro, entre otros. También pueden aparecer síntomas no motores tales como trastornos de sueño y de olfato, problemas digestivos o cambios físicos y emocionales.

Con el paso del tiempo, cabe la posibilidad de que aparezcan síntomas adicionales que compliquen aun más el estado de la persona. Por ejemplo, problemas neuropsiquiátricos como alucinaciones, delirios y demencia.

Tratamiento

No existe un tratamiento curativo del Parkinson. El objetivo siempre se centra en mejorar la calidad de vida de la persona, reducir los síntomas e intentar reestablecer la cantidad de dopamina en el cerebro. Para ello, se llevan a cabo tratamientos farmacológicos, quirúrgicos (cuando los síntomas motores no responden al primer tratamiento) y terapias avanzadas como infusiones intestinales de medicamentos.

Por otro lado, es fundamental la rehabilitación con el fin de ralentizar el deterioro físico y autonómico de la persona. La fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional y psicología le ayudan a afrontar las dificultades que suponen tener esta enfermedad.