Vivir en un hogar con renta baja duplica la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso en la infancia. Los niños de familias más pobres llevan dietas menos equilibradas, realizan menos ejercicio físico y pasan más tiempo frente a las pantallas, una situación que se ha agravado tras la pandemia de coronavirus: casi un 28,1% de los menores de 18 años tienen exceso de peso tras la crisis sanitaria. España, junto a Chipre e Italia, lidera el ranking europeo de obesidad infantil. Mientras en la Unión Europea, cerca de uno de cada ocho niños y niñas de entre 7 y 8 años sufre de sobrepeso, en nuestro país es casi uno de cada cinco, es decir, el 18%. Son datos del informe 'Adiós a la dieta mediterránea: nutrición y hábitos saludables de la infancia en España', elaborado por Save the Children.

Las tasas de obesidad y sobrepeso que presentan los niños y niñas españoles son "un grave problema de salud pública" que preocupa especialmente a Save the Children, según comenzó diciendo Andrés Conde, director general de la organización en la presentación, en rueda de prensa virtual, de los principales datos que arroja una encuesta realizada por la ONG, en septiembre de 2021, a más de 2.000 padres. El objetivo, explicó Conde, entender el impacto de la pandemia en la nutrición y la salud de los niños españoles. Se trata de un análisis comparativo con la Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE), elaborada en 2017.

El sobrepeso en los menores, alertó Andrés Conde, se relaciona con problemas cardiovasculares, diabetes, baja autoestima, depresión, trastornos de la conducta alimentaria...Y los datos que ha obtenido la ONG en su muestreo no son buenos. La investigación mostró que casi un 28,1% de los menores de 18 años tendrían exceso de peso después de la crisis sanitaria, una cifra similar a la de antes de la pandemia, que se situaba en el 27,6%. "Ya antes de la pandemia, España tenía la segunda tasa de obesidad más alta de la UE, sólo superada por Chipre", indicó.

Transición nutricional

Lo que preocupaba a Save the Children era con qué se encontrarían tras la crisis sanitaria y después de la "transición nutricional" que ha vivido nuestro país en los últimos años, con una dieta marcada por la bollería industrial, los alimentos procesados...Los resultados que han obtenido salen en negativo, explicó Conde: los confinamientos domiciliarios, la vida más sedentaria, el cierre de parques o de comedores escolares -que garantizaban una comida equilibrada al día- han pasado factura a los menores. Que, además, se han enganchado más horas a las pantallas.

"No había datos oficiales y por eso lanzamos una encuesta propia", indicó Conde. Entre las principales conclusiones: que, tras la pandemia, el 28 % de niño de 4 a 16 en España tienen sobrepeso u obesidad. Entre los 4 y 12 años, ese exceso lo sufren más del 30%. Un porcentaje que baja en la adolescencia hasta el 21%. Por sexos, si se habla de primera infancia (entre 4 y 12 años) los valores de sobrepeso son similares pero, en la adolescencia, los chicos presentan más peso (28%) frente al 13% de las chicas.

La encuesta también arroja otros resultados muy a tener en cuenta: por ejemplo, en el consumo de fruta, pescado, o legumbres. En niños hasta 14 años, antes de la crisis, el 56% tomaba fruta de forma diaria y ahora, es un 40%. Lo mismo con las verduras. Otros hallazgos: antes del estallido de la crisis sanitaria, el 63% realizaba actividad física de manera regular, ahora sólo el 52%. Son más sedentarios. También duermen menos: el porcentaje de menores que dormían menos de 10 horas antes de la pandemia era del 70% y ahora, es del 91%. Y, por supuesto, los niños dedican muchas más horas a estar frente a una pantalla.

Pobreza y obesidad

Pero, sobre todo, lo que le inquieta a la ONG es algo ya conocido: como el nivel socioeconómico determina la salud nutricional de los menores. Es decir, la estrechísima relación entre la pobreza y la obesidad. "Vivir en un hogar pobre duplica el riesgo de sufrir obesidad o sobrepeso", ha afirmado el director general de Save the Children. La calidad de su alimentación, la actividad física que realizan, el número de horas que pasan durmiendo o frente a una pantalla, influyen, además de factores ambientales, culturales y biológicos. Por ejemplo, si sus padres y madres son obesos tienen más posibilidades de sufrir exceso de peso.

El informe resalta que vivir en un hogar con renta baja dispara la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso en la infancia. Los hogares con menores ingresos –el 32,5%- cuentan con menos posibilidades de acceder a los alimentos necesarios para una dieta equilibrada, de sufragar actividades extraescolares, de ocio no sedentario o tratar problemas de salud como los trastornos de conducta alimentaria o las patologías bucodentales, estrechamente relacionadas con patrones alimentarios inadecuados, frente a los hogares con rentas altas (un 19%).

"No podemos olvidar que los barrios más pobres tienden a concentrar mayor número de restaurantes y establecimientos de comida rápida", indica Andrés Conde, director general de Save the Children. En números, se traduce en que el 18,1% de los niños y niñas de hogares con ingresos más bajos consume a diario dulces, frente al 10% de los niños de familias con mayores ingresos.

Niños más sedentarios

Además, siguiendo los datos del informe, en más del 71% de los hogares con ingresos altos, los menores practican actividades físicas o deportivas regularmente frente a sólo un 41% de los hogares donde hay más pobreza. En la mayoría de los casos, estos niños no realizan actividad física nunca o sólo de manera ocasional. Las familias con menos recursos encuentran mayores dificultades para conciliar y poner en práctica hábitos saludables, incluidos los culinarios.

Esta desigualdad se repite con el tiempo que dedican a las pantallas: la gran mayoría de niños que destinaban en 2021 nada o menos de una hora al día frente a una pantalla vivían en hogares de renta alta -el 79,6%-. En cambio, casi la mitad -el 46,3%- de aquellos niños que pasan más de cinco horas al día frente a una pantalla -muy por encima del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud de dos horas diarias- viven en hogares de renta baja.

<p>Imagen de un comedor escolar</p> Albert Beltrán

En la rueda de prensa, Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Políticas de Infancia de Save the Children, habló también de los comedores escolares. Y de las medidas recomendadas desde la organización para solucionar que, del 27,4 % de niños españoles en situación de pobreza, según el INE, sólo el 11,2% perciba beca comedor y tenga la posibilidad de acceder a esos comedores que les garantizan, al menos, una comida equilibrada diaria. "Comer en el cole garantiza una alimentación más saludable. Las becas comedor podrían democratizar ese acceso pero no se cubre el coste completo y no se ofrecen a todos los niños que los necesitan".

"Dependiendo de la comunidad autónoma y el nivel de renta familiar, estas ayudas cubren un porcentaje del precio del comedor, que puede variar entre el 10 y el 100% del coste, aunque la ayuda completa es la menos común", detalla Perazzo. r. Entre las autonomías, la desigualdad es notoria: Euskadi ofrece cobertura completa por encima de su tasa de pobreza mientras que Murcia, Melilla, Baleares y Cantabria apenas llegan al 5% de esos niños y niñas.

Save the Children recoge en su informe una serie de recomendaciones para revertir los porcentajes de obesidad y sobrepeso infantil: un trabajo en el ámbito fiscal –como, por ejemplo, aplicar una fiscalidad más estricta a alimentos perjudiciales para la salud y una más beneficiosa a la alimentación saludable-, en el ámbito escolar –asegurar que todos los niños y niñas de familias de renta baja accedan a una beca comedor- o en el ámbito sanitario, como regular la figura de la persona dietista y promover la creación de equipos multidisciplinares para la lucha contra la obesidad.