«Es horroroso, ya no puedo ver más». Alfonso XIII pronunció estas palabras al presenciar la escena de una familia conviviendo con animales en un mísero habitáculo de pizarra, sin ventilación. El hambre, la enfermedad, la indiferencia y el olvido habían condenado a Las Hurdes a una situación de pobreza extrema de la que alertó el doctor Gregorio Marañón en un informe que, sobre la situación de aquellas tierras, redactó en la primavera de 1922. «Me cuentan -anota el doctor Marañón durante su viaje- que en la epidemia de gripe entraron en una casa donde estaban muertos el padre, la madre y una hija de 2 años; y la otra hija, de meses, aún vivía y chupaba del seno de la madre muerta». La cita es rescatada por el periodista Sergio Lorenzo cuando, en un artículo fechado en diciembre de 2019, comenta el libro de Marañón titulado Viaje a las Hurdes.  

Marañón informó al rey Alfonso XIII de aquella pésima situación y lo convenció para que visitara Las Hurdes y diera cuenta, de primera mano, del drama humano que allí se sufría. Entre el 21 y el 26 de junio de 1922 el monarca recorrió la comarca en caballo, pernoctando algunos días en tiendas de campaña y constatando que el informe de Marañón era cierto, terriblemente cierto. 

El doctor Gregorio Marañón.

Resulta penoso volver a ver las imágenes del documental que recoge la visita de Alfonso XIII a Las Hurdes. Allí, sin las 'performances' que después haría Buñuel en ‘Tierra sin pan’, se observan los rostros demacrados, las miradas tristes y huidizas, la raída vestimenta de unos seres abandonados. Me conmueve, especialmente, la escena del rey cruzándose por uno de los caminos escarpados con un par de pastorcillos -niño y niña de unos 8 años- que ni siquiera le hacen caso. Ellos pasan junto a los caballos, desconfiados, únicamente pendientes de que su ganado no se extravíe. En ese momento, uno de los acompañantes del monarca descabalga y los detiene, señalando hacia Alfonso XIII, que sigue sobre su montura, explicándoles quién está ahí, nada menos que el rey… Pero la indiferencia de los niños no desaparece, aquel señor no va a cambiar su vida, al menos a corto plazo.

Y, sin embargo, el rey ordena que en algunas alquerías de Las Hurdes se establezcan «factorías», centros que concentrasen servicios sanitarios, una escuela, una estafeta de Correos, un puesto de la Guardia Civil. Junto a las factorías, dijo Alfonso XIII, «mejórense las comunicaciones» para que «estas gentes» no estén tan aisladas y puedan prosperar. Para ello hacían falta grandes inversiones que el maltrecho régimen de la Restauración -inmerso en una crisis política de calado- no pudo acometer en aquel momento. Los frutos del desarrollismo experimentado en los últimos años de la dictadura franquista y, sobre todo, el despliegue de inversiones realizado por la democracia rescataron a Las Hurdes de aquella pésima situación que encontró Alfonso XIII en 1922. 

Juan Carlos y Sofía

«Los reyes ponen fin a la leyenda negra de las Hurdes con su visita», titulaba la prensa el 15 de abril de 1998, al narrar el viaje de don Juan Carlos y doña Sofía por la comarca. El discurso de recepción del presidente Rodríguez Ibarra recordó a los reyes que aquellas Hurdes nada tenían que ver con las que visitara el abuelo del monarca hacía 72 años: «aquello pasó, cambiaron Las Hurdes y hemos cambiado los españoles». Bajo un aguacero primaveral, Ibarra concluyó que aquel nuevo viaje de los reyes serviría «para que quienes vienen de fuera no nos miren con los ojos de 1922». 

Aprovechando la inauguración de 'Las Edades del Hombre' en Plasencia y la entrega del premio Carlos V en Yuste, hoy, 12 de mayo, volverán los reyes a las Hurdes para confirmar cuánto han cambiado las cosas desde ese lejano 1922. Felipe VI y la reina Letizia, cien años después del viaje de Alfonso XIII, se encontrarán con otro mundo, impensable entonces. «De la leyenda negra al turismo rural», podía leerse hace poco en una guía de viajes que reflejaba las excelencias de un coqueto fin de semana por tierras hurdanas. Pero está bien que vuelvan los reyes, sobre todo para recordarnos que, aunque nos hallamos a años luz de aquella ‘Tierra sin pan’, Extremadura sigue adoleciendo de un atraso económico evidente con respecto al resto de España, ve peligrar (como ocurre en muchos otros lugares del país) la vida de sus pueblos más pequeños y debe apostar por generar riqueza no sólo gracias al turismo y la subvención, sino al emprendimiento de sus ciudadanos. Además de felicitarnos por lo mucho construido, no conviene olvidar que aún hay asignaturas pendientes de aprobar.  

El doctor Gregorio Marañón 

Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960) fue uno de los más brillantes intelectuales del siglo XX español. Médico y ensayista, fue doctor personal de Alfonso XIII. Impulsaría la proclamación de la Segunda República, pero acabaría decepcionado con ella, exiliándose en 1936. Volvería a España en 1942. Hombre de gran capacidad expositiva, combinó en sus escritos -que abarcaban la medicina, el psicoanálisis y la Historia- el estilo literario con un irrenunciable rigor científico.