Badajoz, primer festejo de feria. Media entrada, unos 6.000 espectadores. Celebraba Miguel Ángel Perera (azul cobalto y oro) sus dieciocho años de alternativa. Hubo más expectación que triunfo. Todo el oficio del torero no fue suficiente para levantar una tarde de más sombras que luces. El ganado se empeñó en apagar las ilusiones de los presentes; el embarque presentó juego desigual, de trapío suficiente, pero de pobre juego todos ellos.

El torero Miguel Ángel Perera sale a hombros de su encerrona en Badajoz

El torero Miguel Ángel Perera sale a hombros de su encerrona en Badajoz

El primero. Jandilla, bonito, bien armado, soso, a menos, pitos al arrastre (521 kilos). Brindó Perera al doctor Luis Carlos Franco. El toro perdió las manos a la salida del caballo y ahí las fuerzas le abandonaron. Porfió Perera en una faena de muletazos sueltos que en ningún momento levantó el vuelo. Silencio.

El segundo. Toro de El Puerto de San Lorenzo (558 kilos). Apretó de salida el burel. Empujó con celo en los primeros muletazos, aunque siempre con la cara alta y rebrincando. En uno de esos gañafones le puso los pitones en el pecho al torero. Luego a menos, sin humillar, y llegando a rajarse en los últimos compases. Murió en la puerta de toriles. Pinchazo hondo, estocada entera desprendida. Saludó ovación.

El tercero. Toro de Victorino (515 kilos) con aires de poco pienso, de linda cara y mirada viva. Por un momento nos hizo albergar ciertas esperanzas de faena, hubo un par de tandas de cierto fuste, pero la media embestida del toro aguó el afán del torero. Distraído el toro en todo momento. Estocada entera en su sitio que le permitió cortar la primera oreja de la tarde.

El cuarto. De San Pelayo (552 kilio). Abrochadito. Torito sin fuelle. Despachó el torero una tandita por la derecha de buen tono. Lo demás fue imposible. Faena que acabó en mátalo ya. Estocada entera y desprendida de muerte fulminante. Ovación.

El quinto. Garcigrande (545 kilos). El único colorao del encierro. Blando de manos. Protestado a la salida del caballo. Brindó la faena al joven torero salmantino Marcos Pérez. Ni por la derecha, ni por la izquierda. El torero puso empeño y el público palmas de tango cuando el toro decidió tumbarse. Hubo quinto malo, pero el toreo de cercanías con que cerró su faena el torero y la estocada entera que derribó al morlaco hicieron que aquello tuviera el final feliz de una oreja, orejita, más bien.

El sexto. Fuente Ymbro (546 kilos). El último cartucho para una tarde que languidecía. El torero salió a revientacalderas y lanceó de rodillas; el público, a favor de obra, aplaudíó con ganas. El toro por el pitón derecho entregó la mejor tanda de la tarde: de mano larga y temple. Pero por el pitón izquierdo las embestidas no fueron limpias. Perera quería y su público también. Terminó arrimándose. Pinchazo hondo y estocada entera. Oreja y petición de la segunda. Bien el palco.

Marco Pérez, el jovencísimo torero salmantino de catorce años, en clase práctica. F. Valbuena.

Marco Pérez, el jovencísimo y menudo torero salmantino de catorce años, en clase práctica, cerró el festejo para disfrute de los presentes. Toreó con desparpajo y la liturgia aprendida. Brindó a otro niño torero de Salamanca, El Capea y la leyenda del toreo volvió a ese rincón del alma donde toda pasión tiene acomodo.

Saludaron Javier Ambel y Vicente Herrera tras parear al segundo.

Miguel Ángel Perera salió a hombros merecidamente.

Perera esta tarde en la plaza de toros de Badajoz. FIT