En Alicante

Homenaje de unos padres: "Nuestro hijo ha muerto para ayudar a seis niños"

Los padres de un niño de Alicante de cuatro años fallecido por una meningitis bacteriana donan sus órganos a otros menores

El pequeño Felipe, vestido de superhéroe.

El pequeño Felipe, vestido de superhéroe. / D.I.

J. Hernández

"Era un niño muy listo, superdivertido, alegre, con ganas de jugar como cualquier otro, pero muy obediente". Así era Felipe Mulet Gómez, un pequeño de 4 años del barrio de La Florida de Alicante, que el pasado día 30 de marzo falleció en el Hospital General de Alicante tras sufrir una meningitis bacteriana que se llevó su vida en pocas horas.

Pese al tremendo impacto por la pérdida inesperada de un niño hasta entonces sano, los padres de Felipe decidieron donar los órganos del pequeño en una acción altruista que mitiga parcialmente su dolor al pensar que algo de su hijo sigue vivo en otras personas.

"Nuestro hijo ha muerto para ayudar a seis niños", afirman los progenitores. "Estamos rotos pero tenemos otro hijo de 3 años y no podemos hacer otra cosa que llorar cuando podemos. Esto es una especie de homenaje al niño", explica el padre, José Mulet, sobre su decisión de dar a conocer la decisión de donar los órganos del pequeño, corazón, pulmones y otros órganos vitales.

"Estamos rotos pero tenemos otro hijo de 3 años y no podemos hacer otra cosa que llorar cuando podemos. Esto es una especie de homenaje al niño"

Padres de Felipe

"Pese a este palo, en 15 minutos se dispararon las alarmas y prepararon todo para ponerlo en marcha. Jamás se nos pasó por la cabeza que le pasaría esto a nuestro hijo y que nos planteáramos la donación. Teníamos una pequeña esperanza de que sucediera un milagro. Cuando dijeron que no, el milagro fue él. Donamos todos sus órganos. Si podemos ayudar por qué no lo íbamos a hacer. Es lo que nos queda, en cierto modo está a través de otros niños".

Felipe desarrolló una meningitis por una bacteria pese a que, explican los progenitores, estaba vacunado con tres dosis con la vacuna contra el meningoco B. Sanidad inocula a los bebés contra esta enfermedad a los dos, cuatro y doce meses de edad, y ahora asume el coste de la vacuna, que ronda los 100 euros por dosis, pero los padres de este niño pagaron por ellas dado que por entonces lo costeaban las familias. Los médicos le explicaron que en el 98,7% de casos es efectiva.

Según precisan los destrozados padres, el niño comenzó el lunes de la semana pasada, día 27 de marzo, con síntomas similares a un catarro como fiebre y tos, y le llevaron a Urgencias del Hospital de Alicante. La enfermedad no dio la cara en ese momento pero pasó mala noche y el martes por la mañana le llevaron a su pediatra del centro de salud porque no bajaba de 40 grados de fiebre, y la profesional lo derivó de urgencia al hospital.

"Jamás se nos pasó por la cabeza que le pasaría esto a nuestro hijo y que nos planteáramos la donación. Teníamos una pequeña esperanza de que sucediera un milagro. Cuando dijeron que no, el milagro fue él. Donamos todos sus órganos"

Padres de Felipe

Allí le hicieron una analítica y una punción, "y ya salía meningitis e iba desenfrenada. Era algo invasivo y en cuatro horas se le inflamó el cerebro. Sabíamos que la cosa no pintaba bien pero como cualquier padre rezas para que vuelva a estar como estaba. El resto del cuerpo funcionaba bien salvo el cerebro. Da rabia una cosa así, que en unas horas se vaya de las manos porque no hay forma de coger eso". Felipe falleció dos días después tras estar en sus últimas horas conectado a un respirador.

"Era algo invasivo y en cuatro horas se le inflamó el cerebro. Sabíamos que la cosa no pintaba bien pero como cualquier padre rezas para que vuelva a estar como estaba"

Padres de Felipe

El niño iba al colegio público Gabriel Miró. "No hay consuelo posible para esto, una madre rota y una familia destrozada, pero tengo otro hijo y no se merece esto. No asimilamos está situación".

A la enorme tristeza de la pérdida de su niño mayor, "una desgracia, ningún padre debería enterrar a un hijo", se suma la preocupación por el pequeño. "Su hermano lo llama. Nos quejábamos de las peleas, los gritos, y ahora los echamos de menos, el vacío que deja es lo peor. Era un niño muy bueno, y que de golpe y porrazo se vaya, es una tristeza muy grande".