Galicia
Un mes después del inicio de la mayor ola de incendios que arrasó Ourense: así se gestionó la crisis
La jefa del servicio de prevención, Sandra Martínez, repasa una situación crítica que movilizó a más de 800 personas y forzó una coordinación extrema durante más de dos semanas | El alto riesgo de fuego sigue aún vigente

El equipo del Centro de Coordinación, con Sandra Martínez, en el centro. | | IÑAKI OSORIO
Lucila González
Han pasado más de treinta días desde que el fuego puso en jaque la provincia de Ourense. Fue el 12 de agosto cuando se activó la Situación Operativa 2 para toda la provincia, una medida excepcional que permite la movilización de todos los medios de extinción disponibles, no solo de Ourense, sino de toda Galicia. "Nunca vivimos algo así. Cada día era peor que el anterior", resume un mes después Sandra Martínez, la jefa del Servicio de Prevención de Incendios Forestales, que estos días intenta volver a la normalidad tras el que considera "el episodio más grave de mi vida laboral".
La magnitud de la catástrofe fue tal que obligó a la activación de un nivel de emergencia que, además de movilizar más medios, transforma su lugar de trabajo, el Centro de Coordinación Provincial (CCP) en un Centro de Coordinación Operativa de Lucha contra los Incendios (CCOP) ampliado, integrando a múltiples organismos. Todo ello para hacer frente a una crisis que puso a prueba la resistencia humana y técnica de todo el equipo de extinción y emergencias.
Lo imprevisible
Sandra Martínez, jefa de servicio de incendios de la provincia desde abril de 2022, es ingeniera de montes con una vida laboral ligada al terreno forestal y a la lucha contra el fuego desde 2006. Pese a esa larga trayectoria describe la experiencia como "lo peor que me pasó en mi vida laboral". La reciente ola de fuego, que mantuvo a la provincia en vilo durante prácticamente un mes, con quince días de extrema peligrosidad, dice "fue mucho más grave" que la compleja campaña de 2022, cuando el fuego en la comarca de Valdeorras también destruyó aldeas, pastos, bosques y montes y generó una gran preocupación que a ella le tocó vivir prácticamente recién incorporada.
Sin embargo, aquello no fue suficiente para tener un aprendizaje que sirviese para enfrentarse a la problemática de este verano. "Nadie, por preparado que esté, está preparado para algo así nunca", asevera la jefa provincial del operativo. La experiencia de 2022, con grandes incendios en O Barco de Valdeorras y Verín, que llegaron a ser los más extensos en la historia de la provincia hasta ese momento, fue grave, pero se quedó lejos de lo que ha sido el agosto de 2025.
"En aquella ocasión tuvieron como desencadenante una tormenta seca que provocó más de cincuenta rayos en zonas de difícil acceso, como el Parque do Invernadoiro, llegando a ser necesario declarar cuatro situaciones 2, pero siempre de forma puntual y localizada. Nada que ver con este verano", analiza Martínez. En comparativa, opina sobre esta ola de incendios que "todo fue diferente. La mayoría de los incendios fueron o parece que pueden ser ocasionados no por causas naturales, sino por personas por prácticas inadecuadas o por una aparente intencionalidad".
Precisamente la simultaneidad de los focos fue mayor y su duración más prolongada, lo que motivó a activar la situación excepcional y con ello la transformación del Centro de Coordinación Provincial, lo que conllevó a que el centro, "que opera habitualmente con dos técnicos de guardia y de dos a tres emisoristas", durante la ola de agosto multiplicase su factor humano.
Cadena de trabajo
"Llegamos a ser siete o más en algunos momentos porque todos los compañeros se incorporaron, hicieron más turnos", dice Sandra- solo hablando del equipo que dirije- exponiendo además que la parte más visible de todo el personal que participó en la extinción de los incendios se encontró cara a cara con el fuego, en los montes, en las aldeas y en cada una de las zonas afectadas, pero hubo una parte que no se vio y que tampoco tuvo jornadas fáciles. "Solo gestionar las llamadas ya era una tarea desbordante", cuenta la jefa del servicio de incendios que subraya "el inmenso esfuerzo tanto físico como mental del personal de campo, que vivió situaciones peligrosísimas", pero también el del personal del centro "porque es muy duro recibir llamadas constantes y saber que aunque se quiera no se puede llegar a todos los sitios porque es físicamente imposible. Los teléfonos no paraban de sonar".
Además, el nivel 2 implica que la emergencia pasa a estar dirigida por el delegado de la Xunta en la provincia, Manuel Pardo, y también que se integraron Guardia Civil, Policía Autonómica, 061, UME, el Ejército, ADIF, Tráfico, e incluso en este caso representantes de política social, por la necesidad que hubo de intervenir en residencias de mayores. "La colaboración fue total. Todo el mundo dio el 100%. Aquí había operativos que venían de trabajar en la DANA y, sin embargo, nunca se habían enfrentado a algo así con el fuego. Todos teníamos experiencia, pero todos éramos nuevos y aún así nadie dio menos del total. No hubiese funcionado de otra manera", dice la jefa con orgullo especialmente de los suyos, "aquí somos una familia pequeña y eso es muy importante, porque no se trabajaría igual de bien de no ser así", ensalza
Con esa "familia" vivió una de las noches que más recuerdan: la del 11 de agosto. El incendio en Maceda-Santiso "tuvo una virulencia extrema". Fue el preámbulo de lo que se avecinaba. "Tuvimos personal atrapado en ese fuego. Su vehículo ardió. Pulsaron el botón de emergencia de la emisora. No es habitual que eso pase en una situación real, pero esa noche ocurrió y la verdad, conociéndolo de los simulacros...Pensé que para esto no se está preparado".
No hubo que lamentar daños personales, y ese fue uno de los pocos pensamientos que recuerda de la quincena más incendiaria, a partir de ahí "no hubo tiempo ni para pensar, todo era actuar, actuar y actuar, siempre de la mejor forma posible, siempre priorizando las vidas humanas", rememora.
La coordinación
Para que fuese posible, la clave fue la coordinación "a todos los niveles", siguiendo la jerarquía del Plan de prevención y defensa contra los incendios forestales de Galicia—Pladiga—.
Ourense cuenta con cinco distritos forestales: O Ribeiro, Arenteiro e Carballiño, Miño Arnoia, Valdeorras Trives, Verín y A Limia.. Cada uno de estos distritos moviliza—en momentos ordinarios— sus recursos asignados. Esta vez ellos solos no se bastaron. "Desde la provincia les prestamos todo el apoyo que pudimos entre distritos y al mismo tiempo solicitamos al centro de coordinación central de Santiago que nos enviase todo el apoyo posible de las otras provincias de Galicia", dice Martínez que, para dimensionar el esfuerzo que supuso, enumera que la provincia de Ourense por sí sola dispone de más de 800 personas y 44 vehículos motobomba, a los que se suman otros recursos.
"La extinción es una cadena donde cada eslabón es crucial e imprescindible; desde quien recibe la llamada, quien conduce, quien apaga, quien repara una avería, quien lleva combustible o simplemente unos bocadillos... si un eslabón falla, fallamos todos y esta vez podemos celebrar que no falló ninguno".
Septiembre: todavía en alto riesgo
El descenso térmico y la sensación de tregua no significan que la amenaza haya pasado. "Septiembre entra siempre en la temporada de alto riesgo, y octubre, muchas veces también", recuerda la jefa del servicio. Por ello, aunque la situación actual ya nada tiene que ver insiste en la necesidad de mantener la precaución: "En Ourense muchas veces se arde hasta el final de campaña, aunque ojalá este año ya no aumentemos ni una hectárea más", advierte y pide.
Con ese objetivo en mente, el operativo vuelve poco a poco a su actividad ordinaria. El equipo técnico —seis personas en total— ya trabaja en la parte de sus labores de más administración y menos adrenalina: planificación, convenios, formación, suministro de EPIs y ayudas a comunidades de montes están entre sus deberes actuales.
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