5 de agosto de 2021. Pasaban las tres de la tarde cuando Alberto Ginés, un cacereño de solo 18 años acababa de hacer historia como vencedor de la final de escalada en los Juegos Olímpicos de Tokio. Nunca olvidaré ese verano en el periódico, la emoción con la que todos los compañeros vivimos aquel instante. A los de deportes, a los de la web, movilizados para ofrecer a los lectores la noticia: nuestro paisano había llegado al olimpo. Recuerdo la portada bestial con la que al día siguiente amanecimos en los quioscos, fue una pasada. Con el título ‘Oro’ dibujaba al escalador agarrando con fuerza las letras de nuestro diario, emulando los años de su infancia en el rocódromo del Rodeo. Era una metáfora muy bonita: Alberto regresaba a su ciudad con una medalla colgada del cuello. Una portada que, por cierto, tuvo gran alcance y decenas de informativos nacionales de radio la nombraron cuando hicieron repaso al palmarés portadístico del día.

Con Ginés me pasó que lo sentí como un joven de mi tiempo. Me di cuenta de que los jóvenes podemos llegar a conseguir nuestros sueños si lo hacemos con tesón, con esfuerzo, dedicando horas de estudio y formación a un objetivo. Fue el mejor en el cómputo global. Él lo logró, ¿por qué no el resto? Nos dimos cuenta de que los extremeños podemos estar también en el mapa. Y esta revista es un ejemplo de ello. Junto a este deportista aparecen otros 44 chicos y chicas, elegidos como los influyentes del año por haber alcanzado increíbles metas en sus distintas especialidades: hay médicos, ingenieros, directoras de cine, artistas, emprendedores, profesores, periodistas... 

Unos han tenido que marcharse, otros han podido quedarse. Es un ejemplo de la realidad que vivimos. En Extremadura se puede ser joven, trabajar y triunfar, entendiendo el triunfo como el modo de ser útil a los demás, de tener un papel fundamental en el desarrollo económico, social y cultural de la región.

La revista está hecha por jóvenes y está dirigida a jóvenes y mayores: a jóvenes como homenaje a su talento, a mayores porque gracias a su legado y a su sabiduría la juventud de hoy guarda en sus manos una tierra más próspera, moderna, llena de calidad de vida y con mayor capacidad de competitividad.

Cuando era pequeño, solo unos pocos años atrás, yo también iba al parque del Rodeo, a las pistas de mi barrio a jugar con mis amigos al baloncesto, al fútbol, y me iba los fines de semana con mi padre a comer los churros de Ronco Tovar en el Casar. Vamos, hacía las cosas que hacía Alberto Ginés. Hacía las cosas de los jóvenes de mi tiempo. Un tiempo que tenemos para seguir escribiendo la historia. Para seguir siendo una generación de oro.