Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UEx y en Periodismo por la Carlos III de Madrid, ha pasado por Onda Cero, El Periódico Extremadura y hoy es una de las caras más conocidas de la tele pública extremeña. Empezó como operador de cámara cuando en cuarto de carrera vio un anuncio en la facultad. Desde entonces, Juan Pedro Sánchez Romero ha ejercido la profesión de periodista como un dogma de fe, ese que entiende el oficio como la defensa de los intereses de Extremadura.

-¿Qué es para usted el oficio de periodista?

-El altavoz de los ciudadanos, ese que sí tienen los políticos y las grandes empresas. Es el vehículo para hacer llegar su opinión, sus denuncias y su forma de ver el mundo al resto de la sociedad. Entiendo el periodismo como un servicio público, como la defensa de los intereses de Extremadura, de su cultura, de sus valores identitarios y de la promoción de nuestros recursos, de todo lo que tenemos y lo que somos. También como una forma de hacer frente a las injusticias, de poner la historia en su sitio. Hay bastantes estereotipos, cosas que se han contado mal o no se han llegado a contar.

-¿Cuál es su dieta informativa en un día normal?

-Lo primero es echar un vistazo a las redes sociales, sobre todo a Twitter, para conocer la información, y hago un repaso a Instagram, a los diarios regionales, nacionales y las radios.

-¿Se siente cómodo en el papel de entrevistado?

-A veces soy actor, a veces espectador. Pero me siento más cómodo preguntando. Mi ilusión es buscar el bien común.

-¿Alguna vez ha perdido los nervios en antena?

-No. He tenido la suerte y la cintura de controlar las situaciones. Sí me he emocionado con los testimonios del covid-19 o de desapariciones. Y es difícil después de un programa de tres horas y media marcar la distancia entre la pantalla, el espectador y el entrevistado. Llegas a sentir lo que ellos sienten. Si hay que llorar se llora y si hay que reír se ríe uno.

-¿Hay mucha diferencia entre la redacción y el plató?

-La diferencia principal es que en el plató hay que improvisar muchísimo y tenemos que tirar también de la memoria.

-¿Faltan oportunidades para los jóvenes en el periodismo?

-Lamentablemente, sí. Tanto aquí como fuera. Recuerdo el primer día de carrera, cuando los 80 compañeros nos poníamos a hablar de qué queríamos ser el día de mañana y era raro el que dijera: “Me quiero quedar en Extremadura”. Todos teníamos nuestras miradas puestas en Madrid. De los 80, solo 15 hemos tenido la suerte de poder vivir de lo que estudiamos. Falta bastante empleo, aunque también ahora tenemos la posibilidad de desarrollar la profesión sin depender de nadie, gracias a las redes sociales y al marketing digital.

-¿Resulta más difícil predecir el futuro o analizar el pasado?

-Predecir el futuro debido al presente tan cambiante que tenemos. Parece que vamos de catástrofe en catástrofe: el virus, el volcán... Estamos vendidos como generación. Eso sí, para mirar el futuro hay que analizar el pasado. Por ejemplo, reivindicando aquel 25 de marzo de 1936 cuando miles de campesinos ocuparon unas 3.000 fincas de la región. Colectivos y movimientos sociales exigen esta fecha para festejar la autonomía de la comunidad. Como tampoco que disponemos de tres lenguas, la Fala, el Rayano y el Estremeñu.

-¿Vivir el presente es la única realidad?

-Cada uno tiene su realidad. Muchas veces los periodistas estamos en el titular y te das cuenta de que los ciudadanos tienen otras muchas preguntas que les interesan más. La gente pide un periodismo más útil y no fuegos de artificio.