La vocación es la clave para convertirse en buen médico. Él la llevaba dentro y no tuvo dudas: estudió en Santiago de Compostela y el último año de carrera estuvo rotando en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. Desde hace dos años trabaja en el Centro Penitenciario de Daroca, en Zaragoza. Víctor Díaz Tejada está hecho de otra pasta porque desempeñar el oficio y luchar para que sus pacientes logren la reinserción es un reto solo para valientes.

-¿La vocación le hizo estudiar Medicina?

-Si no es vocacional uno no dedica tantísimo tiempo y esfuerzo para estudiar una carrera.

-Usted es médico de prisiones, ¿se necesita estar hecho de otra pasta para afrontar este reto?

-Aparte de combinar la medicina con el ámbito penitenciario, es verdad que hay que tener vocación y no sé si estar hecho de otra pasta, pero sí tener las ideas claras, por lo menos.

-Cuando un recluso llega a su consulta , ¿nota que le preocupa más su salud o su futuro?

-Una mezcla de ambas. Al fin y al cabo trabajo en un centro de atención primaria aunque dentro de un centro penitenciario. El preso se preocupa por su salud y padece patologías tan comunes como las que vemos en la calle, pero también son muy habituales las enfermedades infecciosas como el VIH porque muchos han sido toxicómanos. Su futuro está siempre en sus mentes, sobre todo, piensan en cómo reinsertarse una vez que salgan de la prisión.

-¿Cómo cambiaron sus dinámicas laborales ante la llegada de la pandemia del coronavirus?

-En mi caso y en el de muchos otros profesionales sanitarios, no solo médicos sino enfermeros o auxiliares de enfermería, no hubiéramos empezado a trabajar si no es por el covid-19 y por la alta demanda sanitaria que había.

-¿Los presos aplaudieron a los sanitarios?

-Sí. En los centros penitenciarios de España estamos al 50% de la plantilla y ellos agradecen la contratación de un personal sanitario gracias al cual están atendidos. Hay prisiones, como la de Cáceres, que no disponen de un médico ni un enfermero de modo continuo.

-¿Cuánto de psicología tiene su trabajo?

-Bastante. En los centros penitenciarios siempre hay un equipo técnico especializado formado por médicos, psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras... Se trata de un equipo multidisciplinar porque todos nos apoyamos.

-¿Es posible la reinserción?

-Por supuesto. La reinserción y sobre todo la reeducación. Cuando un interno está en una prisión cumpliendo su condena todos los profesionales de ese equipo multidisciplinar trabajamos muchísimo para que eso sea posible.

-‘Nunca choveu que non escampara’.

-¡Gallego! Para mí Santiago es mi casa.

-Hable de sus padres.

-Son un pilar fundamental. Desde el primer momento, desde que estaba en Bachillerato, fueron los que me apoyaron siempre, los que se comieron todo el tema burocrático y el papeleo. Y durante los seis años de carrera, igual que ahora, están siempre a mi lado.

-¿Qué huella le han dejado sus abuelos?

-Una huella grande. Ellos estaban felices porque me dedicara a la medicina y mis abuelas, que viven, son de las que presumen en su barrio y en su bloque de que su nieto sea médico.