Esta placentina recibió el premio a mejor actriz de reparto en el MADFEST19 y cuenta con un nutrido número de reconocimientos. Logró una beca de residencia en La Nave del Duende (Casar de Cáceres) donde estrena su primera obra larga ‘No es la guerra de Lucía’. Ha sido premiada por ‘Ceñida y Bollera’ a Mejor Cortometraje del jurado de la FELGTB+ en los Premios Plumas y Látigos en Madrid. Ha representado su texto ‘Carne Cruda’ en el Helga de Alvear.

La polifacética Laura Parra, en una imagen de archivo CEDIDA

¿Cómo definiría el camino que le ha llevado al mundo de la interpretación?

Sobre todo, ha sido un camino de descubrimientos, de conocerme a mí misma, de afrontar la vida, de ser consciente tanto de mis virtudes como de mis carencias y trabajarlas. Aún me queda mucho por aprender. No es un camino fácil. Es un camino de mucha deconstrucción, pero soy muy feliz.

¿Por qué ha elegido esta vía para canalizar todos esos sentimientos?

Creo que no hay nada más bonito que saber curarte tú misma. Yo he conseguido a través del arte localizar qué es lo que pasa en mi cuerpo cuando, a lo mejor, me he enfrentado a situaciones que no podía controlar. La vida misma no puedes controlarla. Es una cuestión de mimarme y hablarme a través de mis textos, mi interpretación o mi puesta en escena.

¿Se puede contar de dónde viene el nombre ‘Heristone’?

Eso es algo que no he contado demasiado en público porque me daba vergüenza. Ahora es como mi tótem. Hay gente que no sabe mi apellido y realmente, me conocen solo por Heristone. Con 13 años, había sufrido una pérdida familiar muy trágica para mí, mi madre. Reflexionando sobre las piedras que se me iban poniendo en el camino, surgió un juego de palabras que hice en espanglish, Her (su/ella) - i - Stone (piedra).

Cuando les habló de su condición sexual a las personas de su entorno, recibió burlas e incomprensión. ¿Cuál fue su reacción?

Lo primero fue huir, escapar de las burlas verbales y no querer salir de casa. Luego llegaron las piedras a la ventana a grito de “bollera, dedera”. En ese entonces me culpabilizaba por haberme expresado y, sobre todo, me daba miedo que pudiera enterarse mi madre, o alguien cercano a mi círculo familiar. Para mí era una condena ser diferente y llegué a pensar que lo que me pasaba era una desgracia.

¿Qué persona le ha apoyado siempre a pesar de que mucha gente no lo hiciera?

En un principio, tristemente, estuve muy sola, pero no porque nadie quisiera ayudarme. Seguramente, si hubiera hablado con las personas correctas hubiera llevado la situación de forma diferente. Pero, ¿cómo iba a saber yo quién me podía ayudar si no tenía información ni referentes? Empecé a recibir ayuda muy tarde, ya después de la adolescencia. Imagínate; en mi familia, donde siempre he recibido apoyo, se confirmó la situación cuando tenía 22 años.

¿Le ha hecho más fuerte todo esto?

Yo, sinceramente, siento que las cosas que te van pasando en la vida te van construyendo de alguna manera. Eso no significa que, si te vuelven a pasar ciertas cosas de pronto, no te duela. Quizá puedes afrontarlo desde otros puntos de vista y con otra madurez pero los seres humanos no estamos hechos de piedra sino para sentir cosas todo el rato.

¿Cree que aún hay mucha gente que está chapada a la antigua?

Demasiada. Creo que nos hace falta escucharnos mucho. Siento además, que el problema de estas personas chapadas a la antigua, que tienen ese apego a lo heteronormativo, es que no entienden otras realidades. Escuchar a personas que no sienten igual que tú, te hace darte cuenta de que hay vida fuera de tu ‘chapa’.

¿Cree que se ha avanzado en ese tema?

La lucha de los derechos humanos es algo que tenemos presente día a día. Hay muchas personas que trabajan para conseguir una equidad, tenemos mucha más información y acceso a entidades que te ofrecen ayuda. Pero también es cierto que, en los últimos años, ha resurgido un discurso político que ha enfermado el avance. Son obstáculos que hay que sortear y, por supuesto, erradicar.

¿Considera que un evento como Los Palomos ha ayudado en la lucha por la diversidad?

Todo lo que sea visibilizar a favor de la igualdad y la diversidad del colectivo LGTBIQ+ es necesario. Con lo que hay que tener cuidado es con el discurso aberrante, que ya hemos escuchado en más de una ocasión, de “lo que les gusta una buena fiesta”. 

¿Cuál cree que debe ser el próximo paso hacia el respeto y la tolerancia de todas las personas sin importar su raza, su sexo o su condición sexual?

Nuestras generaciones arrastran una brecha en la estructura social inmensa. Es necesario ser consciente y actuar ya, de forma eficiente. Además de, por supuesto, eliminar el discurso político fascista que sigue presente y encima no tiene cabida en nuestra sociedad.