El empresario cárnico Aurelio Fabra, natural de Vall d’Alba y de 60 años, irá a prisión por estafa. El Tribunal Supremo, al que el procesado había recurrido en casación tras ser condenado por la Audiencia Provincial de Castellón hace dos años, ha confirmado la pena de casi cuatro años de cárcel y 470.000 euros de indemnización para el acusado, que vendió carne de caballo como si fuera vacuno.

Según declaró probado el tribunal castellonense en su sentencia, el empresario compraba canales completos de ganado vacuno, de equino y de ciervo y procedía también a su despiece de los mismos en sus instalaciones del polígono Los Cipreses de la capital. Entre 2011 y 2013 mantuvo relaciones comerciales con una empresa de Torrent a la que proveyó en exclusividad de piezas de magro de vacuno, que despiezaba y deshuesaba en su empresa de Castelló. 

La compañía valenciana recibía lotes de 20 kilos que enviaba el empresario cárnico castellonense y, según consideró probado el tribunal, Aurelio Fabra «trató de enriquecerse de forma ilícita e introdujo, de forma clandestina parte de carne equina --en conjunto de menor valor-- confundida en los lotes de carne que le suministraba a su cliente como de vacuno».

«El detenido dio gato por liebre, de modo que ha cometido una estafa», dijo la acusación particular durantel el juicio. El abogado acusó al castellonense de «conducta fraudulenta y prohibida para la salud pública» al mezclar «miles de kilos de carne de caballo con la de vaca y venderla como si fuera toda de vacuno».

Por su parte, el condenado aseguró que había dado salida a los cerca de 800.000 kilos de magro equino que había adquirido distribuyéndolos durante un año a través de sus cinco carnicerías. Una versión que la acusación particular tildó de «absurda», ya que para ello «tendría que haber vendido 2.700 kilos al día de carne de caballo, lo cual significaría que en sus establecimientos hay más colas que en las rebajas».

Un directivo de la empresa que era el principal cliente de Fabra lo denunció al recibir, a su vez, quejas de sus compradores. «Nos empezaron a llegar comunicaciones y análisis de ADN en las que se demostraba que entre el 60 y el 100% de la carne era de equino», afirmó el testigo en su declaración. «Nos reunimos con el acusado y acabó admitiendo que era cierto, que mezclaba las dos carnes, por lo que rescindimos todos los contratos con él», dijo en el juicio oral.

Sin embargo, la defensa de Fabra negó en rotundo que la mezcla se hiciera de forma consciente. El empresario dijo que los resultados de los análisis podían deberse a una «contaminación» de la carne en sus instalaciones, versión que la Justicia no cree.