De momento, Mari Carmen B., la mujer de 56 años investigada por el homicidio de su pareja, de 70, a base de envenenarlo con laxantes y diuréticos durante meses, es sospechosa de haberse apropiado de casi 100.000 euros durante los meses que Salvador, su víctima, se consumía lentamente en el Hospital IMED de Burjassot con una diarrea crónica de origen desconocido. Pero, ¿es ese todo el dinero que supuestamente acabó en sus manos?

Los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional creen que no. Al margen del uso y disfrute, antes y después de la muerte del septuagenario, del costoso chalé de la víctima -hay un proceso de desahucio contra ella emprendido por los hijos de Salvador que aún está en proceso- y de haber estado conduciendo dos vehículos sin contraprestación alguna -uno de ellos, un Maserati y el otro, un eléctrico-, hay otros 70.000 euros propiedad de la víctima que se han esfumado.

La presunta homicida declarará el próximo 11 de marzo por primera vez ante la jueza de Paterna que lleva el caso

Según la investigación llevada a cabo por los especialistas de Homicidios, ese dinero fue retirado de un depósito financiero por Salvador poco antes de que enfermara hasta el punto de tener que ser ingresado durante siete meses en el citado hospital. Tras la última y definitiva discusión con su hija, causada por lo que la asistenta describió ante la Policía como la "lenta e indirecta" labor de aislamiento y ruptura familiar provocada por la ahora investigada, Salvador habría sacado ese dinero del banco en la creencia, supuestamente inducida por Mari Carmen B., de que a raíz de esa riña sus hijos harían lo imposible por "vaciarle las cuentas".

"Era muy codependiente de ella"

Aunque eso jamás habría ocurrido, Salvador, de quien su asistenta afirma que "era muy codependiente" de la ahora detenida porque "le aterraba" que pudiera irse de casa y dejarlo solo, se convenció hasta el punto que extrajo el dinero y lo depositó un tiempo en la empresa familiar que el fallecido tenía con sus hermanos. Unos meses después, recogió nuevamente el dinero y se lo llevó a casa. Así lo confirman los testigos.

Sin embargo, cuando la Policía Nacional registró el pasado 12 de enero el chalé propiedad de Salvador, diez meses después de su muerte, justo tras la detención de Mari Carmen B., que declarará a primeros de marzo por primera vez ante la jueza de Instrucción número 1 de Paterna, no halló ni rastro de los 70.000 euros. Tampoco de los 62.000 que han acreditado que la presunta homicida fue sacando de los cajeros automáticos de dos entidades bancarias a lo largo de los siete meses en que el hombre permaneció hospitalizado de manera casi ininterrumpida.

La detenida enviaba a la asistenta "dos veces por semana" a comprar los fármacos y le decía que eran para ella y para su hijo

Durante esos diez meses de investigación secreta entre el fallecimiento de la víctima, el 16 de abril de 2021, y la detención de su presunta homicida, el 12 de enero pasado, los agentes constataron las extracciones en los cajeros, realizadas casi siempre por ella, pero en ocasiones acompañada por la asistenta a petición de Carmen B. Así, la mujer, que llevaba años al servicio de Salvador y de su familia, relata que "a veces, se marchaba del hospital en taxi" para ir a los cajeros y en otras, le pedía a ella que la acompañase. Y que eso sucedía "con una frecuencia de dos o tres veces por semana".

Además de esos 62.000 euros en metálico, la Policía ha reunido pruebas de que utilizó las tarjetas de Salvador para realizar compras de ropa, teléfonos móviles iPhone y ordenadores, entre otras cosas, por importe de unos 30.000 euros. La asistenta lo confirma. Asegura que, a partir de octubre de 2020, nada más producirse la primera hospitalización de Salvador, "comenzó a realizar compras de ropa para ella de manera compulsiva" en centros comerciales y grandes almacenes.

Le ordenaba comprar fármacos "hasta que se agoten"

En cuanto a la adquisición de los fármacos supuestamente utilizados para causar la muerte al septuagenario -dos laxantes, Evacuol y Dulcolaxo, y un diurético, Seguril-, la asistenta declaró ante los investigadores que ya los veía en la habitación de la pareja antes de la hospitalización de Salvador, pero que fue después de su primer ingreso cuando empezó a darle dinero en efectivo, "20, 30 o 50 euros" para que fuera a la farmacia, "hasta dos veces por semanas", a comprarle Dulcolaxo y Evacuol "hasta que se agoten las existencias".

Se refugiaba en que sufría problemas para defecar y en que "también le venían bien a su hijo", algo que a la testigo le resultaba chocante, ya que este es deportista y cuida mucho su alimentación. Cuando la empleada llegaba a casa con las "masivas cantidades de fármacos", como lo califica la Policía, le pedía "que le quitara los envoltorios de cartón" y se guardaba los blísteres con las pastillas o el frasco directamente "en su bolso", según le decía, "porque con las cajas ocupan mucho espacio". Por esa razón, en ocasiones, le pedía ella misma al farmacéutico "que retirara lo envoltorios" siguiendo las instrucciones de Mari Carmen B.