"En una hora vengo", fue la última frase que le dijo a su amigo antes de salir. Francisco de Pablo Paez, de 32 años, no regresó. Era lunes, 21 de marzo, y sobre las cuatro y media de la tarde cerró la puerta. "Desde ese día se hizo humo", lamenta Juana Paez, su madre. No ha vuelto a saber de él.

Desaparecido. Lo buscan desde hace un mes. Su alerta se difunde, corre como la pólvora, "las redes arden, la policía continúa con la investigación, pero no hay respuesta, nada nos lleva a él".

"Salió de su casa, en el barrio de Hortaleza (Madrid), sobre las cuatro y media de la tarde", Juana, como puede, reconstruye aquel domingo: "Vivía solo, independizado, pero ese día estaba con otro amigo jugando a la PlayStation en casa". Francis salió, "el otro chico se quedó jugando". Pasó una hora, luego dos, tres... "El chico intentó localizarlo, sin resultado. Tiró de la puerta al salir. Mi hijo no volvió".

Dos teléfonos

La investigación arrancó una semana después. "Como vivía solo, la alerta saltó después. Acudí a denunciar a la comisaria de Policía Nacional", cuenta Juana. Francis no atravesaba un buen momento desde hacía varios meses. Tenía trabajo intermitente como albañil, hacía reformas en casas, últimamente estaba un poco distanciado de los suyos, pero su familia y los investigadores descartaron, desde el arranque, la marcha voluntaria.

"Salió de casa sin documentación, sin cartera, tarjeta sanitaria, ni DNI". Las llaves y el móvil sí los llevaba. "Llevaba dos teléfonos encima, porque en casa no estaban, pero al poco de desaparecer dejaron de funcionar".

Investigadores, familia y entorno intentan dibujar los pasos que el joven dio. No avanzan. La investigación no cesa, pero se bloquea, se estanca y choca contra un muro: el judicial. "El juez ha denegado acceder a la actividad del teléfono de mi hijo y a la geolocalización, lo que daría muchas pistas. La policía está atada de pies y manos, no sabemos dónde buscar".

Francisco desaparece el 21 de marzo en Madrid.

El de Francisco no es un caso aislado. Son ya muchas las ocasiones en las que los agentes encuentran barreras para continuar sus pesquisas por la postura judicial. Al dolor de la ausencia se suma la incomprensión: "Tener ese dato nos facilitaría todo mucho", lamenta Juana.

La misma lucha mantuvo la familia de Domingo Benítez, el hombre de 53 años que desapareció el 29 de diciembre en Granada, cuando el juzgado dificultó su búsqueda al no permitir localizar su teléfono. Tras meses de difíciles batidas sin punto de origen determinado, Domingo este martes fue localizado sin vida, Francisco sigue sin estar.

El pasado año, SOS Desaparecidos presentó al Ministerio del Interior una petición formal para establecer un protocolo y autorizar a los investigadores el acceso - bajo criterio policial y no judicial- de la geolocalización de los teléfonos. Sin depender del juez. Muchas veces las coordenadas o la actividad del terminal se antoja clave para empezar a buscar. De momento no hay resultados, aunque está en estudio.

Francisco salió de casa para encontrarse con alguien. Nadie sabe quién. Puede estar en cualquier punto. Mide 1,95. Tiene un tatuaje grande, un tribal, en el tobillo de la pierna derecha. Siempre lleva gorra, tiene las cejas tatuadas porque no tiene, sufre calvicie parcial en cabeza, pestañas y cejas. Si tienen alguna información el 091 es el teléfono de Policía Nacional.