Ni en una urbanización de lujo de Marbella o Estepona ni en una casa aislada de Mijas. La mano derecha de Fikri A., detenido hace casi un año en Barcelona acusado de liderar la mayor trama de suministro de hachís en el sur de España, ha sido capturado en Málaga capital. Adil A., de 41 años, mantenía un perfil plano en su comunidad de vecinos del Camino de la Térmica. Una vida gris que contrasta con los números que arrojan las dos fases de una operación de la Guardia Civil que ya es historia de la lucha contra el narcotráfico en el Estrecho. Si los investigadores consideraban al primero un objetivo de alto interés por las principales agencias policiales internacionales, incluida la DEA norteamericana, a Adil lo dibujan como el fiel escudero que lo ha acompañado desde el escalón más bajo del negocio.

Uno de los alijos de hachís intervenidos por la Guardia Civil.

Amigos desde la infancia en su Alhucemas natal, el instituto armado destaca cómo se iniciaron juntos en las artes de la pesca y la navegación hasta convertirse en los mayores suministradores de hachís por las costas andaluzas. Proveedores de clientes tan importantes como Los Castañas y con contactos del nivel del Messi del hachís, el Grupo Central Antidrogas de la Unidad Central Operativa (UCO) estima que, sólo en los últimos meses de 2021, la organización movió más de 100 toneladas de polen para distintas organizaciones asentadas en España.

Arresto en cadena

La caída de Fikri en Barcelona ha terminado arrastrando a su socio. Las evidencias halladas entonces en los registros domiciliarios han permitido ahora a la Guardia Civil vincular a Adil y otras nueve personas en la introducción en España de 117.000 kilos de hachís y otros 3.359 de cocaína intervenidos en distintas operaciones. Destacan los 1.360 kilos de cannabis localizados en San Pedro de Pinatar (Murcia) o los 1.355 kilos de coca en Tánger. La operación en Málaga también se ha llevado por delante a un conocido abogado penalista con despacho en la capital especializado en casos relacionados con el narcotráfico. Le acusan de pertenencia a organización criminal, aunque quedó en libertad tras su arresto.

La investigación concluye que la organización importaba clandestinamente las narcolanchas y los motores de gran potencia desde Países Bajos y los ocultaba en naves cercanas a las costas de Portugal. Allí montaban las embarcaciones para que navegaran durante meses y activaban las rutas para introducir la droga entre Marruecos y España. También tenían infraestructura en Dubái, lugar desde donde se dirigían todas las actividades del entramado económico. Estas incluían el envío de mulas desde Emiratos Árabes a España para trasladar relojes de alta gama. Algunas de las piezas intervenidas alcanzan los 800.000 euros. A través de una red de blanqueo con sociedades radicadas en Reino Unido, Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Irlanda o Turquía, también habrían adquirido yates de lujo. Las dos fases de la operación suman 28 detenidos, 10 investigados, 7 órdenes internacionales de detención, 58 cuentas bloqueadas y 36 vehículos de alta gama y 10 inmuebles intervenidos.