Escribió Susan Sontang en su novela ‘El amante del volcán’ que el auténtico coleccionista no está atado a lo que colecciona, sino al hecho de coleccionar. Y es que guardar objetos, cuyo valor monetario pueda llegar a ser ínfimo, es considerado por muchos una forma de vida. Como si se pudieran capturar esos pequeños momentos que alguna vez nos hicieron felices.

Eso fue lo que debió pensar Juan Carlos Ojeda durante un viaje familiar al País Vasco siendo apenas un crío. Fue allí donde observó que la mejor manera de inmortalizar ese viaje en familia no iba a ser una clásica instantánea, sino algo mucho más simple que eso: un pin. «Empecé poniéndolos en una gorra, pero pronto la cosa se me fue de las manos y hoy en día necesito varios muebles para poder guardarlos todos», explica este joven de 34 años de Villanueva de la Serena, para quien el coleccionismo es mucho más que una afición. «Recuerdo mi infancia cambiando cromos en el quiosco del tío Paco. Allí íbamos todos los chavales del barrio a cambiarlos. Para mi era eso, poder compartir momentos», expresa. Para él guardar casi cualquier objeto que se encuentra su día a día supone mantener vivo un recuerdo, un momento especial, como esos en los que intercambiaba cromos con sus amigos. «Todos los días consigo alguna pieza para mi colección. Si voy a cualquier sitio, el ticket o la entrada de un museo la guardo. Al final es un recuerdo y lo colecciono», confiesa Ojeda. De hecho, guarda todas las colecciones completas de cromos desde el año de su nacimiento hasta hoy. «Es una locura» reconoce orgulloso.

Una gran colección

Pero no es esa la única locura que Juan Carlos Ojeda ha llegado a hacer con tal que cumplir con su propósito. En alguna ocasión ha conseguido colarse en la jornada inaugural de Fitur para conseguir pins de países como Angola o Pakistán, entre otros muchos. Y es que no solo colecciona pins o cromos, sino que también guarda una gran colección de sellos, camisetas de fútbol, carnets, entradas y recortes de periódico de sus dos equipos preferidos: el Barcelona y el Villanovense.

Pero llegó un día, tras viajar por distintos puntos de España con el objetivo de conseguir artículos para su colección, en el que pensó que Villanueva merecía contar con su propia feria del coleccionismo. «Siempre he creído que un evento de este tipo podría ser muy positivo para la ciudad, aunque si no fuera aficionado al coleccionismo no sería capaz de organizarlo», cuenta. Y es que Juan Carlos Ojeda es además el promotor de la Feria del Coleccionismo Internacional de Villanueva de la Serena, que este año cumple su undécima edición con expositores y coleccionistas de todos los puntos de la geografía española. Aficionados como Ojeda que un buen día decidieron que unos simples objetos fueran capaces de guardar vivencias imborrables.