Don Benito y Villanueva se miran hoy en el espejo de Cerdedo-Cotobade, un pequeño municipio de algo menos de 6.000 habitantes en la provincia de Pontevedra, en Galicia. En 2015 los concellos de Cerdedo y Cotobade, separados por casi una veintena de kilómetros, decidieron que debían hacer algo para frenar la despoblación que padecían y la merma paulatina de recursos económicos propios y procedentes de otras administraciones públicas. Fue entonces cuando tomaron la decisión más importante de su historia: fusionarse para sobrevivir. En un contexto de España vaciada, Cerdedo-Cotobade supuso en 2016 un antes y un después en el municipalismo nacional. Ambos concellos, a través de sus alcaldes Jorge Cubela (Cotobade) y José Balseiros (Cerdedo), y con el perceptivo acuerdo que les otorgaba su mayoría representativa, decidieron fusionarse. En su caso el proceso fue distinto al que se está llevando a cabo en Don Benito y Villanueva, ya que no hubo consulta popular ni tampoco consenso político. Ambos consistorios, gobernados por el PP, contaron con la oposición de otros partidos. Aún así el proceso fue similar: hubo una gira de reuniones informativas, información actualizada, recogida de sugerencias vecinales o atención personalizada a asociaciones y vecinos que quisieran recabar información.

De golpe y porrazo, el municipio Cerdedo-Cotobade ha pasado a tener hoy día 5.800 habitantes (4.000 por Cotobade y 1.800 por Cerdedo), siendo el tercer municipio más grande de la provincia. Fruto de ese aumento poblacional, su presupuesto municipal se incrementó entre un 30 y un 50% en estos cinco años, lo que les ha permitido acometer importantes obras en infraestructuras, mejoras de servicios y una sustancial bajada de impuestos, así como la supresión, pionera en Galicia, del Impuesto de Construcciones, Obras e Instalaciones.

Opinan los vecinos

Cuando los ciudadanos de Cerdedo y Cotobade recibieron hace ya varios años la noticia de que se iban a fusionar, el sentir general, de entrada, fue de escepticismo. ¿Qué va a pasar con nuestra identidad?, se preguntaban algunos. Uno de esos vecinos a los que le preocupaba qué iba a ser de su sentimiento de pertenencia es Casiano Cuiñas, que junto a su mujer, Yolanda González, regentan una cafetería en el municipio cotobadés. «Lo de la identidad duró dos días porque vimos que las ventajas de la fusión iban mucho más allá», cuenta. Y añade también que él se siente vecino de Cerdedo-Cotobade. Incluso en su local se pueden ver los escudos de ambos. Yolanda, que no nació allí, vive en este municipio desde hace dos décadas. Para ella, la fusión fue un antes y un después. «Nos ha mejorado la calidad de vida», confiesa. Y es que ha visto cómo su cafetería ha incrementado su número de clientes. «Las licencias de obra son gratis, se han construido más casas y nuevas infraestructuras, se han mejorado los servicios, etc». Todo ello en solo cinco años. «La perspectiva de la vida ha cambiado con el covid y ahora la gente de las ciudades quiere venirse al rural», añade Yolanda.

Yolanda y Casiano, en su cafetería junto a los escudos de Cotobade y Cerdedo. CEDIDA

Quizás uno de esos vecinos escépticos a la fusión era Nicanor Barros, que a sus 74 años no acababa de ver lo de fusionarse con otra localidad. Eso sí, le duró poco su razonamiento. «Enseguida vi que las ventajas de caminar juntos eran múltiples», arguye. Nicanor, con 79 años, piensa en el futuro de las próximas generaciones y lo que esta fusión les podrá redundar en un tiempo no muy lejano. «El pueblo ha crecido muchísimo», señala.

Óscar posa junto a varios miembros de su familia. CEDIDA

Óscar Pintos recorre diariamente múltiples localidades cercanas a Cerdedo-Cotobade por su trabajo como comercial. Además, dirige las escuelas deportivas municipales, que a raíz de la fusión de hace cinco años han experimentado un crecimiento exponencial. «A día de hoy tenemos ocho equipos de fútbol y fútbol sala, cuando antes solo teníamos tres o cuatro». Sin embargo, cree que lo más positivo de toda la fusión es lo que ha traído consigo. «Tenemos un balneario nuevo, más casas, se han reformado caminos. La fusión al final es eso, que nos ayude y mejore nuestro día a día», argumenta.

Todos estos vecinos coinciden también en la diferencia que han observado en cuanto a impuestos. «Nos los han bajado», cuentan orgullosos. Ahora, cinco años después de la fusión, no dudan en animar a los vecinos de Villanueva y Don Benito a que se «lancen de cabeza» a por la unión, señalan estas personas a quienes la fusión les ha mejorado la vida.