La Comunitat Valenciana ha visto dispararse durante el último año sus indicadores de agricultura ecológica, al contar ya con 177.327 toneladas y una facturación de 626 millones de euros, un 20,8% más que el año anterior. La extensión cultivada alcanza ya las 147.000 hectáreas, lo que supone el 18% de la superficie agrícola útil de la comunidad autónoma. Los estímulos del II Plan Valenciano de Producción Ecológica han sido determinantes para impulsar el sector.

De las tres provincias, Alicante es la que presenta los resultados más espectaculares. En 2020 tuvo una cosecha cercana a las 90.000 toneladas (87.510) en 2020 y un 25% de superficie certificada sobre el total de su extensión agrícola, y es la que consigue un mejor nivel de rendimiento y comercialización, según el balance del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana y la Conselleria de Agricultura.

Le siguen de cerca Valencia con 86.296 toneladas, mientras que Castellón se sitúa en las 7.621 toneladas.

Si se atiende a la superficie certificada, el impulso del plan de estímulo valenciano ha triplicado en cuatro años las hectáreas certificadas en la provincia de Castellón, mientras que en Valencia ha subido hasta un 27% en el último año.

Por operadores (empresarios), Alicante también es la que registra un mayor incremento interanual con respecto a 2019, con un 8,9% más, seguido de cerca por Valencia, que se subió 8,8%.

En valores absolutos, no obstante, la provincia de Valencia encabeza la tabla con 2.039 operadores, le sigue Alicante con 1.190 y cierra Castellón con 315. La rentabilidad del sector ecológico es de casi un 400%, según los responsables de la Generalitat.

Las políticas de impulso y promoción a la producción ecológica han motivado un incremento acelerado del 81,2% en superficie certificada y de un 51,1% en los operadores, durante el periodo 2016-2020.

El sector de la agricultura ecológica alcanza  cotas cada año más altas en superficie certificada, operadores, facturación e industria asociada. El año 2020 volvió a ser de récord, con un crecimiento de la facturación del 20,8%, alcanzando los 626 millones de euros en el conjunto de la Comunidad Valenciana, 108 millones de euros más que en 2019.

La superficie certificada subió un 14,7% entre 2019 y 2020 y representa ya el 17,9% de la superficie agraria útil (dos puntos por encima del porcentaje de 2019) con un total de 147.767 hectáreas.

La conselleria de Agricultura, Mireia Mollà, apunta, en este sentido, que la producción ecológica responde en positivo a algunos de los desafíos de la agricultura como «la obtención de precios justos para las personas productoras, el relevo generacional o la visibilidad de la mujer en una actividad tradicionalmente masculinizada».

La edad media del productor o productora de ecológico es de 48 años, mientras que la mujer representa ya al 31% de los operadores -un 4,5% más que en 2019-.

Por su parte, el presidente del CAECV, José Antonio Rico, puso sobre la mesa las bondades de la certificación ecológica que se hace en la Comunidad Valenciana y la definió como «un bien público, patrimonio de todos los ciudadanos, que cuenta con una mayor transparencia e independencia de actuación, incentivando la participación y la vertebración del sector, aplicando mayores cuotas de calidad y seguridad alimentaria que hoy tienen su reconocimiento en toda Europa», explica.

España en conjunto ocupa el primer puesto en superficie ecológica en toda la Unión Europea, con un total de 2.246.475 hectáreas dedicadas a esta modalidad. Por detrás aparecen Francia e Italia.

La superficie certificada en España como ecológica representa el 9,7% del total de superficie agraria útil, según los datos del último informe de 2020, con cifras referidas al año 2018.

Características de la producción ecológica

La agricultura ecológica se basa en una serie de objetivos y principios, así como en unas prácticas comunes diseñadas para minimizar el impacto humano en el medio ambiente, mientras se asegura que el sistema agrícola funcione de la forma más natural posible.

Entre sus líneas maestras destacan el no utilizar organismos genéticamente modificados, evitar los pesticidas y fertilizantes, químicos o sintéticos. Además, se impone la rotación de cultivos para el uso eficiente de los recursos.

También se prima el aprovechamiento de los recursos naturales como el estiércol para la fertilización o alimentos para el ganado producidos en la propia granja.

Para evitar el uso de los pesticidas tradicionales los productores trabajan con especies vegetales y animales resistentes a enfermedades y adaptadas a las condiciones locales, en Alicante básicamente la falta de agua.

El ganado se cría en zonas al aire libre y espacios abiertos y alimentación ecológica.

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