Crece la preocupación en España por la propagación de la avispa asesina, que está diezmando las poblaciones de abejas y amenaza así el proceso de polinización. Además, en 2020 causó tres muertes por shock anafiláctico en España. Los empresarios que combaten las plagas afirman que los empresarios apícolas del norte del país han sufrido la pérdida de hasta el 50% de sus abejas por culpa de la avispa asiática. Por ello, reclaman medidas urgentes.

La asociación nacional de empresas de sanidad ambiental (Anecpla), que reúne al 80% de las empresas dedicadas al control plagas de España, ha pedido medidas coordinadas y “contundentes” frente a la “constante” y “considerable” expansión de la avispa asiática o avispa asesina (Vespa velutina) para evitar que se convierta en “un problema irreparable” en España.

En un comunicado emitido por esta entidad, advierte de que esta especie exótica invasora, que llegó procedente de China a través de la frontera con Francia hace 11 años, “rompió ya todos los récords” de propagación en 2019 y es la zona del norte peninsular la más afectada.

A lo largo de 2020, la avispa asiática causó la muerte por shocks anafilácticos a tres personas víctimas de su picadura, además de poner en riesgo los ecosistemas y afectar al bienestar de animales y medioambiente.

Su presencia es especialmente nociva para la biodiversidad natural, ya que puede llegar a capturar hasta 50 abejas al día, matándolas de golpe con su mandíbula y llevando luego sus cuerpos a sus nidos para alimentar a sus larvas.

La directora general de Anecpla, Milagros Fernández de Lezeta, ha mostrado su preocupación por el hecho de que las abejas sean “uno de sus alimentos preferidos”. Estos insectos son “indispensables en el proceso de polinización, y para que éste se siga desarrollando con normalidad es fundamental para preservar los ecosistemas y la biodiversidad”, añadió.

A ello hay que sumar el “enorme” impacto económico sobre las explotaciones apícolas, ya que algunos productores en la zona norte de España han registrado ya pérdidas de hasta el 50 % de sus ejemplares, víctimas de la avispa velutina.

Fernández de Lezeta se ha lamentado de que “desde las Administraciones Públicas no siempre se tiene todo lo que presente que se debería a las empresas de la sanidad ambiental” y se adjudican labores de lucha contra esta especie a “trabajadores públicos, como bomberos” que “en la mayoría de los casos no tienen la formación idónea”.

No obstante, atajar el problema es posible y en ese sentido Anecpla cita a las islas Baleares que, el año pasado, se convirtió en la primera región no sólo de España sino de Europa que lograba erradicar a esta peligrosa avispa, cinco años después del primer avistamiento, en 2015.

El éxito se consiguió gracias a “un plan de ataque muy rápido, iniciado desde los primeros indicios de presencia de esta especie”.

Otro ejemplo reciente es Galicia donde a lo largo de 2020 ha sido posible eliminar más de 350 nidos con actividad, ubicados sobre todo en las copas de los árboles, gracias a un programa de vigilancia y control que arrancó en 2014.

Qué hacer en caso de picadura

Las picaduras son muy dolorosas, pero no más peligrosas que las de las avispas autóctonas. La mayoría de personas atacadas presentan síntomas locales, como dolor, enrojecimiento e hinchazón en la zona de penetración del veneno, que desaparecen en varios días.

Debe limpiarse la zona afectada con agua y jabón, y aplicarse hielo o agua fría. En los primeros momentos se puede intentar desnaturalizar los componentes del veneno usando calor en la picadura.

En las personas alérgicas, pueden aparecer síntomas como picor generalizado, subida de la temperatura corporal, bajada de la tensión arterial, problemas respiratorios, problemas cardiovasculares, síntomas nerviosos, edema de glotis, etcétera.

En los casos de picaduras múltiples, la inoculación de veneno puede ser muy elevada y provocar también síntomas generales, como lipotimia, cefalea intensa, fiebre etcétera. En estos casos, el daño causado puede ser importante, aunque no haya alergia previa.

Si después de un ataque se observan síntomas generales, sin perder la calma pero de forma urgente, hay que llamar al 112 o acudir a un centro médico para recibir el tratamiento adecuado, pues estos síntomas son muy graves, y pueden conducir a un shock anafiláctico.

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