Andalucía autorizó recientemente la caza del cerdolí (el híbrido entre cerdo vietnamita y jabalí), así como otras especies asociadas, en un nuevo intento para frenar su expansión. Este animal causa «daños y riesgos sanitarios» y ataca tanto a especies autóctonas como a ecosistemas e incluso propiedades. Otras comunidades autónomas han tomado medidas similares desde hace unos años, en vista de la propagación que experimenta el cerdolí en la Península.

“Las administraciones competentes adoptarán, en su caso, las medidas de gestión, control y posible erradicación de las especies incluidas en el catálogo”. Así reza el artículo 10.1 del Real Decreto 630/2013 que regula el Catálogo Español de Especies Invasoras.

Es un par de líneas que divide a cazadores y ecologistas sobre cómo solucionar el gran problema ecológico que desencadena la introducción de una especie alóctona en un entorno natural ajeno.

Cuando la especie es declarada como invasora y se incluye en el catálogo español, se prohíbe la tenencia, transporte, tráfico y comercio, así como la suelta en el medio natural. No obstante, en algunos casos el ejemplar se adapta con éxito al hábitat, haciendo muy compleja -a veces casi imposible- su erradicación. El cerdo vietnamita es una buena prueba de ello.

Del cruce entre el cerdo vietnamita -declarado como especie invasora en España en 2019- y el jabalí surgió el cerdolí, una especie híbrida con mayor capacidad reproductiva y menos miedo a los humanos, por lo que supone una amenaza importante para los agricultores y, también, en zonas las residenciales ubicadas cerca de las lindes con la naturaleza.

“Lleva más de 20 años en el campo. Los dueños de estas mascotas se hartan de ellas y las liberan en el campo. Ahí es donde empieza el problema”, explica Manuel Alonso, presidente de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza, que sitúa la implantación actual del cerdolí en Asturias, Navarra, Murcia, Cataluña, Valencia o Andalucía.

“Afecta a las especies autóctonas, a especies que están en el suelo: se comen crías de corzos, se comen los huevos de las aves; atacan todas las cosechas, el maíz, el trigo, los girasoles… y la gente, cuando ve el cerdolí en el campo, no se da cuenta de que es muy peligroso para los seres humanos; cuando en el jabalí su tendencia es huir, el vietnamita es agresivo”, señala.

Algunas comunidades autónomas han establecido ya sus propios planes de control del cerdo doméstico y su híbrido, como es el caso de Andalucía, que el pasado mes aprobó una resolución en la que se declara el “área de emergencia cinegética temporal por daños y riesgos sanitarios” provocados por esta especie en la comunidad autónoma.

No es la primera vez que la propia Junta de Andalucía autoriza este tipo de batidas contra jabalíes, cerdos silvestres y cerdolíes para tratar de controlar sus poblaciones.

El objetivo, según se indica en la resolución del 25 de mayo, es “reducir las densidades, cargas y daños que el jabalí y el cerdo asilvestrado ocasionan, facilitando a los cazadores y titulares de terrenos no cinegéticos, unos instrumentos suficientes para que desarrollen el indiscutible papel de controladores de los desequilibrios poblacionales en el medio natural que ocasionan grandes daños a la agricultura y a la caza menor y una mayor incidencia de epizootias que aumentan el riesgo sanitario para la población humana”.

“Yo creo que el cazador es una solución, no el problema”, ataja Manuel Alonso.

De hecho, la autorización de batidas temporales para terminar con los híbridos de jabalí y cerdo vienen siendo relativamente frecuentes en las comunidades autónomas más afectadas desde que esta especie comenzó a constituir un problema.

Los ecologistas prefieren la captura a la caza

Esta postura choca frontalmente con la opinión ecologista, que rechaza de plano la erradicación de la especie exótica mediante la caza y apuesta por otros sistemas, así como por el estudio y seguimiento exhaustivo de las especies.

“Lo que tenemos claro es que la caza no sirve para controlar especies exóticas invasoras, no es un medio útil, lo que hace falta es tener un mayor conocimiento científico de estas poblaciones”, explica Theo Oberhuber, cofundador de Ecologistas en Acción, que subraya que aún se desconoce exactamente la dimensión de las manadas de cerdos vietnamitas y cerdolíes.

“Las medidas deberían estar más enfocadas a capturarlas. Nosotros siempre defendemos métodos de control no letales, que no sea necesario matar a estos animales”, explica.

El plan de gestión de control del cerdo vietnamita de la Generalitat de Cataluña diferencia las actuaciones según sean animales abandonados en el medio urbano y periurbano (para los que el animal es derivado a un centro habilitado para su tenencia) o si se encuentran en el medio natural, donde el control también se establece mediante la caza “así como la captura o teleanestesia y posterior eutanasia”, según se determina en el plan.

Más allá de los planes de control, Oberhuber incide en la importancia de cortar el problema de raíz, asegurando que los cerdos vietnamitas y sus híbridos no siguen accediendo al campo español a través de su liberación o debido a extravíos.

“Esto es como una bañera, si esta llena de agua lo primero que hay que hacer es cerrar el grifo porque por mucho que achiques la situación se mantendría en el tiempo, entonces hay que actuar primero en este sentido”, añade el portavoz de Ecologistas en Acción.

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