El perro se ha convertido en un miembro más de la familia, por lo que intentamos saber siempre cómo se sienten y nos preocupamos por si les ocurre algo malo. El ruido es una de las cosas que más les puede molestar, ya que el oído es el segundo sentido más desarrollado de los perros (el primero es el olfato).

Sin embargo, sí toleran la música. Ahora bien, no cualquier tipo de música.

Aun así, hay que tener en cuenta que son extremadamente sensibles a los ruidos fuertes: Los fuegos artificiales y los truenos les asustan y pueden mostrar mucha ansiedad ante ellos. De ahí deriva que no les guste la música fuerte y estridente.

Prefieren los ritmos más lentos, con frecuencias bajas y patrones simples. Por el contrario, la música más compleja (con un gran número de instrumentos), las frecuencias altas y los ritmos rápidos pueden hacer que su sistema nervioso libere mucho cortisol, la hormona del estrés.

Según un estudio de ‘Animal Welfare’ publicado en el año 2002, la música clásica es la que más les relaja, con el pop muestran indiferencia y con el heavy metal se ponen nerviosos.

Ahora bien, cada perro es un mundo, así que lo mejor para saber qué tipo de música le gusta es prestar atención a su comportamiento. Si está nervioso, ladra, rasca el suelo o respira entrecortado, es que la música no le está gustando. Si, en cambio, está tranquilo, tumbado boca arriba en el suelo, o mueve la cola, está claro que le agrada la situación.

¿Qué efectos tiene la música en los perros?

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Glasgow, la música clásica consigue disminuir el número de pulsaciones y aumenta el nivel de endorfinas y la sensación de tranquilidad.

Ahora, debes escoger canciones de música clásica que no tengan demasiados cambios de volúmenes y tonos y, por supuesto, no la pongas demasiado alta.