El lavavajillas es uno de nuestros grandes aliados en casa. Con él conseguimos ahorrar tiempo y esfuerzos que podemos dedicar a tareas más placenteras. Pero si no cuidamos algunos detalles con su uso, el resultado no será el esperado, lo que puede obligarnos a un fregado extra a mano.

Estos son algunos consejos para que su funcionamiento sea el mejor posible:

No colocar una carga excesiva

Sobrecargar el lavavajillas no es una buena idea. Aunque pretendamos ahorrar tiempo y consumo energético, si ponemos más piezas de las que el electrodoméstico es capaz de soportar, el resultado será una vajilla no suficientemente limpia, lo que nos puede obligar a activar un nuevo programa o a un fregado a mano.

No colocar la vajilla de forma equivocada

Las bandejas del lavavajillas están diseñadas para colocar las piezas de una forma concreta. Amontonarlas sin orden o ponerlas una encima de otras volverá a tener como resultado una limpieza deficiente. Generalmente, los utensilios más pequeños o delicados se colocan en la parte superior y los más grandes en la inferior.

Utilizar el detergente y el programa adecuado

Para que la vajilla quede limpia, hay que acertar con el programa, seleccionado en función del nivel de suciedad, y también con la cantidad de detergente. Quedarnos cortos o pasarnos será de nuevo contraproducente.

Revisar el filtro

Con los usos, el filtro puede ensuciarse y llegar a obstruir el sumidero. Para que esto no pase, es necesario revisarlo y limpiarlo periódicamente. También es recomendable limpiar la cal y la grasa que se puede acumular en el interior del aparato.

Secar las piezas a mano

Si el funcionamiento del lavavajillas es el correcto, no debería ser necesario el secado manual. El electrodoméstico ya incluye el secado automático. Sí pueden quedar restos de agua cuando termina el programa, pero en ese caso no debemos tener pisa por retirar las piezas.