La cabeza de la nueva colada es un tentáculo destructor de trayectoria impredecible. Desde el aire podemos apreciar como se separa cada vez más del curso de lava que queda en el centro de la imagen, el que ahora parece detenido a unos 200 metros del océano. Al norte, este nuevo brazo se mueve en diagonal y tiene tras de sí otras bifurcaciones que buscan su propio camino.

Desde otra perspectiva observamos más ramificaciones en la zona más cercana al volcán; son muy numerosas a lo largo de esta colada porque aún no tiene salida al mar que conduzca la lava por un mismo cauce, y además recibe enormes cantidades de magma que baja por la parte más al norte, por la zona que se derrumbó el pasado día 9.

Son dos factores que se traducen en un panorama humeante sobre una superficie cada vez más amplia de la laguna. Son zonas ya evacuadas pero con nuevos brazos avanzando en diferentes direcciones; destruyendo más cultivos y edificaciones sin que se sepa, de momento, hasta dónde extenderán sus estragos.