"Seguir vivo" es lo único que pedía David Bennett, un estadounidense de 57 años que pacedía una enfermedad cardíaca terminal. Por eso, decidió someterse a una operación de altísimo riesgo: reemplazar su corazón por el de un cerdo. Se trata de algo que nunca antes se ha logrado con éxito. Primero ha sido necesario modificar los genes del cerdo para impedir que el cuerpo humano lo rechace. Una vez logrado, implantaron el órgano y tres días después, David evoluciona favorablemente. La ciencia le ha dado una segunda vida gracias a este avance histórico. Un logro que abre una ventana a la esperanza para miles de enfermos. Sólo en Estados Unidos mueren 6.000 personas al año, esperando un trasplante.