El día en que se fundió todo a negro, Yurian cumplía 35 años. Sopló las velas en casa, en La Isleta (Las Palmas) y salió a dar una vuelta. Eran las ocho de la tarde. No dijo dónde iba, no dijo con quién. No regresó.

Una carta anónima, que recibió su madre, aseguraba que había sido torturado, asesinado y arrojado al mar.

Lee su historia.