"Es un abandono de tristeza", escribía en su WhatsApp José Miguel Echávarri, el técnico que fichó a Alejandro Valverde para el equipo que ahora se llama Movistar en 2005. "Se recuperará porque es tan cabezota que ni se le ocurrirá retirarse del ciclismo por una caída", decía al teléfono Vicente Belda, el director que lo hizo debutar en la Vuelta en 2002 cuando el corredor murciano solo tenía 22 años. "Se bajó de la bici en la etapa del Angliru porque era muy joven y porque así lo teníamos programado". Nadie queda en activo de esa temporada en la que Tadej Pogacar cumplió 4 años.

El jueves, en la montaña de Cullera, en la sexta etapa de la Vuelta a EspañaValverde llegó, manillar con manillar, junto a Egan Bernal, ganador del Tour 2019 y del Giro 2020, y 17 años menor. Y este viernes iba cuarto de la general. Iba como un cohete. Iba siempre al lado de Enric Mas para darle aliento, consejo, protección y para abrirle el camino con un ataque a 46 kilómetros de la llegada al empinado Balcón de Alicante donde ganó fugado el australiano Michael Storer.

Un kilómetro más tarde de su ataque, en una bajadita, en una curva, en un agujero se metió la rueda delantera de Valverde. Delante suyo corría Richard Carapaz, que ni se enteró. La bici le hizo un extraño. Se fue directo al precipicio y aún tuvo muchísima suerte porque salvó por los pelos un impacto de escalofrío contra el guardarraíl. Se dolía de la clavícula. "No está rota", lo animaba Mikel Martínez, médico de la Vuelta. Estaba aturdido. Se quitaba la tirita de la nariz, la que siempre lleva puesta para respirar mejor.

A su lado estaba 'Rojillas', así llaman todos en el Movistar a José Joaquín Rojas, murciano y 'andorrano'. Subió a la bici, Rojas a su lado. Pero el pedaleo no era el de Valverde, el del ciclista que disputaba su 15ª Vuelta, el corredor que ganó esta carrera en 2009 para ser tres veces segundo, tres veces tercero, una vez cuarto y otra quinto.

Se detuvo. Ahora estaba con Txente García Acosta, su director y su antiguo compañero, el que en un día de 'pájara' subiendo el Ventoux en el Dauphiné cruzó el último la etapa por detrás de Valverde, al que auxiliaba, para que no constara en el palmarés del murciano que había sido el peor de todos en la ascensión al 'Gigante de Provenza'. Valverde se quejaba de la clavícula, de la cadera, de las costillas; todo el cuerpo le dolía. Lloraba de rabia porque a él no le gusta retirarse. Pero no podía seguir. Horas más tarde las pruebas radiológicas realizadas en el hospital de Alicante reflejaron que no presentaba ninguna fractura.

El pelotón de la Vuelta a España, durante la etapa 7. EFE

El abandono le cogió cerca de su casa, a las afueras de Murcia. Será difícil que este año vuelva porque deberá recuperarse, más del golpe anímico que del físico, y porque el Mundial de 2021 no está hecho a la medida del ciclista que se vistió en 2018 con el jersey arcoíris.

Por delante, fugado, Carlos Verona, su gregario, luchaba sin éxito para homenajearlo con un triunfo de etapa. Fue segundo. "Había mucha confusión en el equipo por la caída. Ahora lo importante es que se recupere bien". Superman López y Enric Mas se quedaron helados, pese al calor reinante por la sierra de Alicante. Dejaron para el domingo cualquier ofensiva contra Roglic. "Estoy muy triste por nuestro 'Bala' porque él nos daba mucha tranquilidad y seguridad. El Movistar pierde mucho con su baja", reflexionaba el ciclista colombiano.

"Estoy muy triste por nuestro 'Bala' porque él nos daba mucha tranquilidad y seguridad. El Movistar pierde mucho con su baja", explicaba Superman López

Mas no tenía ni ganas de hablar, Roglic hacía votos por una pronta recuperación del 'Bala', como todos lo llaman en el pelotón. En Andorra prefirió dejar escapar la victoria de etapa en el Tour porque pensó que no valía la pena jugarse el pellejo con cinco hijos. Y Valverde frenó. En la Vuelta fue mala pata, no ver el hoyo en la carretera. Y aún tuvo la suerte de las estrellas para no romperse ningún hueso. Un abandono de tristeza.