El Museo de Cáceres acumula mucha historia, incluida su reforma, que lleva un cuarto de siglo de retraso. Es un ‘museo de museos’ porque sus recursos expositivos, sus vitrinas, su climatización y su iluminación corresponden a tiempos pretéritos. Ya en 1986 se planteó la necesidad de una mejora, pero hubo que esperar hasta que en 1995 el Ministerio de Cultura diera luz verde. Veinticinco años después los trámites se siguen eternizando, ahora enrocados con la licencia de obras. El problema es que las instalaciones no son las más adecuadas y los contenidos se presentan sin garra frente al moderno discurso expositivo de otros museos. Y lo peor: se vive una situación de provisionalidad donde nada se renueva por si al fin llega la reforma.

El museo se inauguró en 1917 en el Instituto de Segunda Enseñanza (San Jorge). El 12 de febrero de 1933 se trasladó al Palacio de las Veletas (XVI). La mejora más importante se acometió entre 1972 y 1976, y en 1989 se anexionó la Casa de los Caballos. Pero quedó pronto obsoleto al producirse un cambio en la normativa y en la presentación de contenidos. De hecho, tiene que mejorarse su complicada accesibilidad, pero las obras no llegan.

Nada se ha hecho porque durante años, los sucesivos presupuestos generales no contemplaron la inversión. Dos ministras de Cultura, Carmen Calvo en 2004 y Ángeles González-Sinde en 2010, hablaron en Cáceres de la importancia de esta obra y se comprometieron a ello. Ya en 2010 se elaboró el proyecto básico, pero falleció el arquitecto sin que estuviese redactado el proyecto definitivo. Entre la falta de inversión, el bloqueo y la burocracia pasaron otros ocho años hasta que en 2018 los nuevos arquitectos entregaron los proyectos básico y definitivo.

La comisión de seguimiento del Plan Especial del ayuntamiento dio el visto bueno. Una reunión al más alto nivel debatió entonces los trámites, los plazos, el vaciado del museo, los traslados y otras cuestiones que se decían inminentes. Se determinó que las obras comenzarían en 2019 y se prolongarían durante treinta meses para poner a punto el Palacio de las Veletas y la Casa de los Caballos, ambos edificios del siglo XVI que integran el recinto.

Otra pausa

Pero no iba a ser tan fácil. El Museo de Cáceres, con miles de fondos de hasta 400.000 años de antigüedad, y con el mayor número de visitas de todos los espacios culturales cacereños --150.000 al año--, sigue esperando. Esa demora cumple en 2020 nada menos que veinticinco años… y hay pocos visos de que los trámites se aceleren. ¿En qué punto está ahora la reforma? A la espera de la licencia municipal de obras… desde hace más de un año.

Con el proyecto listo en 2018, esta licencia se solicitó a principios de 2019. Los técnicos del ayuntamiento emitieron un primer informe en octubre en el que incluían una serie de deficiencias que había que corregir. El Ministerio de Cultura, responsable de la reforma, presentó en diciembre esas deficiencias subsanadas, pero parece que se ha redactado un segundo informe municipal con más aspectos que enmendar. La Consejería de Cultura de la Junta, gestora del museo, así lo explica a este diario: «El ayuntamiento solicitó al Ministerio de Cultura el pasado marzo algunas subsanaciones relativas a la accesibilidad del proyecto de obras y a los recorridos de evacuación de incendios, entre otras cuestiones técnicas. Una vez subsanadas, el proyecto podrá evaluarse por la Comisión Provincial de Patrimonio».

La Junta trata de ser conciliadora: «Se mantiene un contacto fluido y muy constructivo con los diferentes agentes implicados en este proyecto: ministerio, equipo técnico redactor del proyecto y ayuntamiento, para poder acometer en poco tiempo la deseada ampliación del museo», afirma a este diario, pero lo cierto es que se ha echado encima otra crisis, en este caso derivada del coronavirus, que posiblemente comprometa algunas inversiones públicas.

La obra se hace necesaria. El recinto precisa mejoras urgentes en su cubierta para solucionar las humedades, que afectan también a la fachada de la plaza de las Veletas. Además, debe instalarse un sistema adecuado de climatización en lugar de los ‘splits’ actuales, puesto que las piezas de los museos requieren condiciones estables, sin altibajos de invierno a verano.

Coto a la discapacidad

La accesibilidad también sigue pendiente. En silla de ruedas no es posible cruzar ni el umbral, y el resto del museo resulta imposible para los discapacitados. El proyecto contempla la eliminación de numerosas barreras y la creación de un núcleo de comunicaciones en el jardín para el nuevo ascensor. También habrá un sistema correcto de evacuación, se cambiarán los suelos y se llevará a cabo una profunda limpieza del aljibe (siglos XI-XII), la joya del recinto.

Asimismo, el museo dará un salto al futuro con la incorporación de métodos expositivos que han revolucionado otros recintos similares, y que hacen las visitas más comprensibles, divertidas y didácticas. La iluminación jugará un papel importante.

Esta obra es indispensable. El Museo de Cáceres alberga decenas de miles de piezas de especial delicadeza y antigüedad, no todas expuestas porque el espacio lo haría inviable. Entre los fondos más frágiles se encuentran los vidrios romanos, fechados entre los siglos I y II. Proceden en su mayoría de Cáparra o de otros yacimientos. Entre los metales del área de arqueología hay piezas tan excepcionales como una frontalera de la Edad del Hierro, hallada en la necrópolis del Romazal, que no tiene parangón en España. Además, existen cerámicas muy finas de la época romana.

Más tesoros

Los fondos arqueológicos son muy interesantes porque Cáceres alberga el complejo prehistórico del Calerizo, entre otros yacimientos, donde se encuentra sin ir más lejos la cueva con el arte rupestre más antiguo del mundo: Maltravieso. El museo contiene útiles líticos del Paleolítico, de hace 300.000 o 400.000 años. También destaca la colección epigráfica, una de las mayores de España, con inscripciones romanas fechadas entre los siglos I a. C. y III de nuestra era.

Además, la sección de bellas artes --pintura y escultura-- muestra una amplia colección de arte contemporáneo y una exposición de arte antiguo, con piezas importantes como el cuadro ‘Jesús Salvador’, de El Greco.