Dicen que era la más bella de las torres de la espléndida fortaleza construida a final del siglo XII, cuando, tras las campañas militares de Al-Mansur, cayeron derrotadas las tropas cristianas y los almohades pasaron a dominar la zona. Levantaron la mayor estructura que hoy conserva Cáceres, un bastión con los elementos defensivos más avanzados de la época. La muralla, de 1,1 kilómetro de perímetro y 8,2 hectáreas intramuros, conserva siete de sus torres albarranas. La más adelantada, el Baluarte de los Pozos, debió ser muy simbólica para los árabes por su cuidada decoración. La primera fase de la restauración de la muralla se está centrando en este tramo y ya se atisban los resultados.

De hecho, a través del andamiaje es posible ver las almenas del baluarte recuperadas, que confieren al lienzo Este de la muralla la robusta presencia que siempre debió tener. No en vano desde allí se protegía el acceso al agua del Marco, ese bien tan preciado que ha permitido que Cáceres haya sido habitada desde la Prehistoria.

Pues bien, el baluarte, se ha convertido en una prioridad dentro de la restauración, «es la joya de la corona», declaró el concejal de Patrimonio, José Ramón Bello, al inicio de la restauración. Su singularidad estriba en que conserva esgrafiados muy valiosos en sus caras Norte y Este, al tratarse de uno de los escasos elementos artísticos de fábrica hispano-musulmana que mantiene la ciudad.

Incluye un epígrafe de caligrafía cúfica andalusí (la escritura árabe más antigua), donde los expertos intuyen la alabanza religiosa ‘Alá es grande’. También dos estrellas de ocho puntas y una cinta anudada, procedente muy posiblemente de la decoración a base de cintas de mortero de cal que pudo cubrir la casi totalidad de los lados de la torre, haciéndola brillar al sol.

Los restauradores se afanan por recuperar el lienzo Este en un equilibrio difícil: recomponer ciertos elementos dejando constancia de que se trata de una actuación posterior a la original y siempre de manera fiel. Esta primera fase, financiada con 700.000 euros aportados por el Gobierno y 300.000 del ayuntamiento, comprende desde el Arco del Cristo hasta la Torre de Hernando Pizarro. La obra ya ha permitido a los técnicos conocer cómo era el Baluarte de los Pozos, pero al mismo tiempo ha desvelado el pésimo estado de la muralla.

SERIOS DAÑOS

Las oquedades y grietas se suceden, una de ellas tiene unos 20 metros de largo por 1 de ancho en algunos puntos, y atraviesa todo el muro de 1,50 de grosor, de modo que ha partido la Torre de los Pozos. Todo se está sellando y restaurando. Mientras tanto, el ayuntamiento avanza los trámites para lograr la financiación del segundo tramo, al Suroeste, que incluye dos subtramos discontinuos: el primero, con la Torre Redonda, un cubo, muralla y barbacana; y el segundo, con un trozo de muralla más visible, barbacana, un cubo y la Torre del Aver (muy deteriorada). Pero esa ya es otra historia...