Eugenio Albalate, el hasta ahora sacerdote encargado de las parroquias de Trujillo, vive con intensidad los que serán sus últimos días en la ciudad, tras haber tomado la decisión de trasladarse más cerca de sus padres, con el fin de acompañarles y ayudarles.

Así, tras la celebración de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Victoria, cuyos actos religiosos finalizan el domingo, Albalate partirá de Trujillo para dirigir, en adelante, las parroquias de Orellana La Vieja, Orellana La Sierra, Acedera, Madrigalejo y Vegas Altas.

El sacerdote y vicario episcopal de la zona sur de la diócesis de Extremadura ha señalado a este periódico que «ha sido una decisión muy meditada» y que guarda un especial cariño a la ciudad, en la que ya había estado con anterioridad como vicario.

Los tres últimos años que el párroco ha estado en Trujillo, no han sido fáciles. «Cuando estaba aterrizando, llegó la pandemia y lo paralizó todo. No obstante, he intentado seguir haciendo todo lo que había previsto en esta etapa», destaca.

Una de las premisas principales era la unificación de las parroquias de la ciudad, algo que ha conseguido, «gracias a la colaboración y a la comprensión de los feligreses, que siempre han estado dispuestos a escuchar y a ayudar», señala. 

No obstante, reconoce que quedan muchas cosas por hacer y que le hubiera gustado trabajar con más intensidad con diferentes colectivos de la parroquia. «El camino es largo y hay que ser constante», afirma Albalate, que no descarta volver a Trujillo en un futuro, «si Dios quiere».