Patrimonio de la Humanidad. 30 Aniversario

Mérida y Guadalupe: Tres décadas bajo la égida de la Unesco

Teatro Romano de Mérida, que acoge cada año el Festival Internacional de Teatro Clásico.

Teatro Romano de Mérida, que acoge cada año el Festival Internacional de Teatro Clásico. / EL PERIÓDICO

Juan José Ventura

Juan José Ventura

Hace tres décadas la decisión tomada en la XVII reunión del Comité Mundial de Patrimonio Cultural celebrada en Cartagena de Indias (Colombia) era acogida con un repique que campanas, besamanto y salve a la patrona de la Hispanidad en el Real Monasterio, así como con un pleno extraordinario en el consistorio emeritense. La noticia fue hecha pública por el entonces consejero de Cultura, Antonio Ventura; el alcalde de Mérida, Antonio Vélez y el vicario de Guadalupe Sebastián García.

Fue la culminación a un intenso trabajo realizado y significaba una importante proyección del patrimonio extremeño, que se sumaba así a las grandes rutas mundiales y se situaba definitivamente en el mapa. Esos dos enclaves eran punto de encuentro de viajeros de todo el mundo y desde entonces se han consolidado en la oferta. Mérida es uno de los pocos enclaves del mundo donde se puede ver el funcionamiento de una ciudad romana. Ambos espacios reúnen valores indiscutibles y están cargados de un mensaje espiritual del pasado que, teniendo en cuenta la unidad de los valores humanos se considera necesario transmitirlos a generaciones futuras con toda autenticidad.

La categoría supranacional de Mérida y Guadalupe se ha cimentado en estas tres décadas de conservación y puesta en valor. El camino hasta llegar al reconocimiento fue largo, pues esos dos espacios ya se encontraban incluidos en una lista primigenia en 1984 para la consideración por la Unesco. Desde la Consejería de Cultura y Patrimonio se realizaron completos informes en colaboración tanto con el Real Monasterio de Guadalupe como con el Ayuntamiento de Mérida. Las candidaturas fueron aprobadas oficialmente en 1991 en el Consejo de Patrimonio. Una comisión de expertos se ocupó de la redacción de los expedientes, que fueron presentados por la Consejería de Cultura a la Unesco a través del Ministerio de Cultura. Hubo después que completar informes y se mantuvo un contacto constante con ICOMOS para preparar la visita de los técnicos que realizaron los expedientes definitivos que se discutieron en el Comité de Cartagena de Indias. Las visitas fueron los días 1 y 2 de abril de 1993.

Curiosamente, la declaración coincidía con la puesta en marcha de un nuevo museo donde se exponen todos los restos de las excavaciones realizadas en el subsuelo del Templo de Santa Eulalia, que recoge vestigios de todas las culturas de la milenaria Mérida. El consejero de Cultura y Patrimonio anunciaba la ejecución de un proyecto para la mejora de la fechada del Monasterio de Guadalupe. 

En la actualidad, Extremadura dispone de seis enclaves con marchamo de la Unesco (conjunto monumental de Cáceres, conjunto arqueológico de Mérida, Monasterio Real de Santa María de Guadalupe, Reserva de la Biosfera y Parque Nacional de Monfragüe, Reserva de la Biosfera Transfronteriza Tajo Internacional y Geoparque Mundial Villuercas-Ibores-Jara), al que se suma un Real Sitio (Monasterio de San Jerónimo de Yuste, Patrimonio Nacional y Europeo).

Mérida, la ‘miniroma’

En la puesta en valor de Mérida destaca el trabajo realizado por José Ramón Mélida a principios de siglo, pues fue quien realizó las excavaciones que hicieron aflorar el Teatro o el Anfiteatro Romano. Posteriormente, emergieron la Casa del Mitreo y el Circo Romano, que se sumaron a las infraestructuras del Acueducto de los Milagros, el pantano de Proserpina y Cornalvo, lo que arroja una imagen completa de una ciudad. La designación de Mérida ha sido una llamada a la realización de nuevos trabajos en la ciudad y a la conservación del patrimonio recuperado.

Pantanos, acueductos, puentes… Todo habla de la calidad constructiva de una civilización en la que la ingeniería sirvió para asentar sus territorios. El Pantano de Proserpina, a cinco kilómetros de Mérida, tiene cinco mil metros de perímetro irregular y podría embalsar seis millones de metros cúbicos de agua. El de Cornalvo se encuentra a 15 kilómetros y tiene una forma alargada. Su compuerta original aún se conserva.

Otro monumento es el llamado Acueducto de los Milagros, que tiene ese nombre por el difícil equilibrio de sus pilares. Medía 1.600 metros y los pilares que se conservan 15. Tampoco pueden desdeñarse el Puente sobre el Guadiana, el más largo del mundo romano.

A través de sendas entradas en redes sociales, el ayuntamiento emeritense y el alcalde, Antonio Rodríguez Osuna, recordaron la efemérides con estas palabras: «Estoy orgulloso de mi ciudad. Lo digo allá donde voy, en todas las campañas de promoción que emprendemos», señala el primer edil, quien subraya los «esfuerzos» realizados durante estos treinta años para poner en valor los entornos monumentales de la ciudad.

«La ciudad se transforma de forma constante dando protagonismo a nuestra propia historia, a nuestra identidad», añade Rodríguez Osuna, quien subraya el reconocimiento por parte de la Unesco por mantener, tras más de 2.000 años desde la fundación de Emerita Augusta, «un patrimonio único, en un estado de conservación envidiable y que desde entonces ya era patrimonio de toda la humanidad».

Fachada del Real Monasterio de Guadalupe.

Fachada del Real Monasterio de Guadalupe. / EL PERIÓDICO

Guadalupe, cuna de la Hispanidad

Por su parte, el Real Monasterio de Guadalupe reunía tres grandes virtudes que le hacían acreedor del reconocimiento Unesco. Por una parte, es un lugar de devoción, por otra, un gran conjunto histórico y permite un singular encuentro del viajero con el arte. Guadalupe no se encontraba entonces en las grandes rutas turísticas de Extremadura. Sin embargo, se perfila como un lugar que sorprende a viajeros y peregrinos que por miles la visitan cada año. Es un claro ejemplo de turismo espiritual. Ilustra cuatro siglos de arquitectura religiosa española y recuerda los dos acontecimientos históricos trascendentales de 1492: el final de la reconquista en la Península Ibérica por los Reyes Católicos y la llegada de Cristóbal Colón a América. Un Real Sitio de importancia religiosa, cultural e histórica que continúa siendo lugar de peregrinación y referencia cristiana desde que a principios del siglo XIV la Virgen de Guadalupe se le apareciera al pastor Gil Cordero.

Tras la victoria de la Batalla de Salado en 1340, el rey Alfonso XI consagraría en ella una romería que despertó un enorme interés de los peregrinos, quienes acudían en masa en un gran espectáculo de devoción y piedad.

La visita a Guadalupe siempre transforma, porque es un encuentro con la historia de España de los siglos XIV a XVII y con todo lo que supuso este convento jerónimo de la comarca de las Villuercas. El propio rey Fernando falleció en Madrigalejo cuando iba camino de Guadalupe a presidir Capítulo de la Orden de los Jerónimos. El monasterio guarda las primeras noticias de la rendición árabe y ha recibido la visita de reyes y emperadores. Del Real Monasterio hay que resaltar el retablo del altar mayor, el sagrario, la sillería del coro y la sacristía. En la capilla de San Jerónimo está una de las obras clave de Zurbarán: “La Apoteosis de San Jerónimo”.

Además, el Real Monasterio de Guadalupe permite un encuentro casi místico con el arte. Su fachada, imponente, destaca por sus ventanales góticos y rosetones árabes, claustro mudéjar, puertas repujadas por Pablo de Colonia, museo de bordados, cantorales miniados y un relicario octogonal con mantos de la Virgen y un Cristo de Miguel Ángel. Como hemos dicho son famosos los zurbaranes de la sacristía y el camarín de la Señora, con sus lienzos de Lucas Jordán y en sus pilastras las ocho mujeres Fuertes de la Biblia. Entre los muchos títulos que ostenta el recinto se encuentra el de Templo de la Hispanidad.