Hace 125 años que un grupo de madres inició los trámites para que la congregación de Las Carmelitas instalara un colegio en la ciudad. Pocos meses después, abría en Cáceres con 14 alumnas uno de sus centros más antiguos, entonces dedicado en exclusiva a la educación femenina. En 1889 no era la primera vez que se planteaba abrir el colegio, pero sí fue la vez que cuajó. En 1885 ya se había producido un primer intento, que no salió adelante porque la congregación estaba trabajando en la apertura del centro de Trujillo. En 1887, ya con el colegio de Trujillo en marcha, hubo un nuevo intento, pero tras varios desencuentros y problemas con la tramitación, lo paralizaron de nuevo.

Fue en 1889 cuando varias madres que tenían a sus hijas en el centro de Trujillo iniciaron los trámites para crear un colegio femenino en Cáceres y redactaron las bases de un convenio que debía rubricarse por ambas partes. En octubre de ese año, Justa Montenegro, Teresa Cabrera y Arsenia Martín remitieron una carta a la vicesuperiora general, Ana Soler, en la que le explicaban los pormenores, entre ellos que contaría con tres tipos de alumnas: internas, mediopensionistas y externas. En ella también se definían lo que deberían abonar en cada caso, 60 pesetas mensuales las internas, 30 las mediopensionistas y 10 pesetas las que solo acudieran al colegio. Además habría clases de 'adorno', como se llamaba a otras materias al margen de la educación básica, que se abonarían aparte y entre las que había idiomas, música, labores y dibujo. Las madres se comprometían a sufragar los gastos de las hermanas, del oratorio y del capellán, así como amueblar la casa que iba a albergar el colegio, cedida por el Marqués de Monroy. Genoveva Aznar, mano derecha de la superiora de la organización, fue quien supervisó la puesta en marcha del centro.

Ayudas al estudio

Además, a petición del obispo Luis Felipe Ortiz y Gutiérrez se incluyó en las cláusulas, firmadas en 1890, la obligación de acoger en el centro al menos a 40 alumnas de familias humildes, que no pagarían nada.

Aunque en Cáceres todo el mundo conoce a este centro como Las Carmelitas, se llama realmente colegio Santa Cecilia. El nombre se puso a petición del obispo, porque era así como se llamaba la nieta del fundador de la ciudad (el asentamiento Castra Caecilia), el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo; sin embargo el nombre de la congregación es el que ha acompañado al centro en su centenaria historia.

La casa del marqués de Monroy acogió el centro durante poco tiempo, porque al fallecer, los herederos decidieron ocupar la casa y pidieron a las monjas desalojar el edificio. El obispo