Más de 4.800 sanciones cada mes; 158 por día; siete a la hora. Es el ritmo al que los cinco radares más activos de la Dirección General de Tráfico (DGT) en la región cazaron conductores durante el año pasado, según los datos dados a conocer ayer por Automovilistas Europeos Asociados (AEA). En total, esta media decena de cinemómetros fijos formularon 57.689 denuncias por exceso de velocidad, el doble que en el 2018 (28.546) y más del triple que en el 2017 (16.992). En el conjunto del país, los radares de la DGT detectaron más de 2,9 millones de infracciones —datos que no incluyen a Cataluña y País Vasco, con competencias de tráfico transferidas—, lo que representa un incremento del 13,3% en comparación a los doce meses anteriores, un alza que AEA atribuye «a la activación de numerosos radares, muchos de ellos ‘apagados’ en 2018».

Esto es justo lo que parece haber sucedido con el aparato que más multó en Extremadura el año pasado, que es el situado en el punto kilométrico 685,9 de la Autovía Ruta de la Plata, en los alrededores de Zafra. Está colocado en sentido Mérida, poco antes de la intersección con la N-432. Aparece con 17.739 sanciones tramitadas en el 2019, mientras que en el 2018 solo figura con una y en el 2017 con ninguna.

El segundo dispositivo más ‘multón’ de la DGT en Extremadura también está en la A-66, pero en este caso en la provincia de Cáceres. Se trata del que hay cerca de Cañaveral, sentido Cáceres, con 14.259 sanciones impuestas por pisar en exceso el acelerador. Ambos están entre los cincuenta de mayor actividad en España, aunque quedan lejos de los primeros puestos, que ocupan uno ubicado en el kilómetro 478,1 de la AP-7, cerca de Sagunto (Valencia), con una más que llamativa marca de 59.428 denuncias en el 2019; y otro en la H-31, una autopista urbana que da acceso a Huelva capital, que le pisa los talones con 58.266.

El podio de los dispositivos con una actividad sancionadora más frenética en la región lo completa uno situado en la otra autovía que la atraviesa, la A-5. Está en el kilómetro 332 a la altura de Trujillanos, en sentido Badajoz, con 10.254 sanciones. Luego, a continuación, aparecen otros dos radares en esta misma vía, uno de los dos que hay próximos a Navalmoral de la Mata (sentido Madrid), que ‘retrató’ a 8.298 vehículos entre enero y diciembre; y el de Talavera la Real, que hizo lo propio con 7.139. Un número elevado de sanciones se contabilizó también en el kilómetro 657 de la A-66, entre Almendralejo y Villafranca de los Barros, donde se interpusieron 6.503 sanciones.

En el séptimo lugar se encuentra el primer radar no localizado en una autovía. En concreto, en la N-432, que conecta Badajoz y Granada pasando por Córdoba. Está en las cercanías de Llerena, y el año pasado pilló a 5.881 infractores.

Tras el otro cinemómetro instalado en la A-5 próximo a Navalmoral, en este caso en sentido Badajoz, con 5.801 multas, llega el segundo que supervisa un tramo de carretera convencional. Esta vez es de titularidad autonómica, la EX-109, y controla los aledaños de la localidad cacereña de Torrejoncillo, donde multó en 3.943 ocasiones.

Este es, precisamente, uno de los aspectos que se critica desde AEA: que las denuncias en España están formuladas mayoritariamente en autopistas y autovías, y no en las carreteras secundarias, donde se producen el 70% de los accidentes con víctimas. «La DGT debería replantearse su política de radares, ya que no se está consiguiendo el objetivo de evitar los excesos de velocidad, ni los accidentes, convirtiendo los radares en meros instrumentos de recaudación», aseguró el presidente de esta asociación, Mario Arnaldo, a través de un comunicado.

En este listado de los cinemómetros con más actividad el año pasado no figura aún ninguno de los cuatro que se pusieron en funcionamiento por parte de la DGT en el segundo semestre del año, uno de ellos en el kilómetro 8 de la N-523, que une Cáceres con Badajoz, otro en la N-521, a la altura del municipio cacereño de Herreruela, y los dos restantes en la N-432, cerca de Azuaga y Santa Marta de los Barros.