Trabajar contra la moda basura y apostar por productos de calidad. Es la consigna que siguen algunos representantes del sector en la región. «Creo que el coronavirus replanteará un cambio en la moda, en la forma de producir, de consumir y también en los grandes eventos», quien habla es Laura Manuela Sánchez, una joven diseñadora de Orellana la Vieja (Badajoz). «Acelerará la irrupción de la sostenibilidad y sobre todo el consumo responsable: menos prendas, pero de calidad, de comercio justo, ecológicas y duraderas», añade.

Hoy en día comemos cada vez más saludable y evitamos, por salud, la comida rápida, valores que se están trasladando al mundo del ropaje. «El rechazo a la ropa ‘low cost’ cada vez es mayor entre la población. La gente consumirá menos y mejor en firmas que se producen en nuestro país y estaban des- apareciendo», opina.

Laura se vio obligada a parar su actividad laboral duran- te el confinamiento, ya que le cogió en Almendralejo, en casa de sus padres. «A nivel social y psicológico me ha afectado. No he podido ir al taller que se encuentra en Orellana y no he adelantado nada, los encargos que tenía se habían paralizado. Tampoco he asistido a varios actos porque se han cancelado, ni me ha sido posible quedar con los clientes para hacerles diferentes pruebas... todo ello se traduce en pérdidas», lamenta mientras, a la vez, resalta que es muy difícil cuando alguien está empezando con una marca.

Asimismo, tras cerrarse las tiendas a cal y canto, talleres, fábricas... las webs han liderado en términos absolutos la venta de moda y accesorios, algo que Laura de la misma manera ha visto reflejado con sus camisetas. Considera que esto ya se ha convertido en un hábito entre numerosos consumidores que antes preferían ir buscando por los estantes de los negocios de siempre esa pieza preciada.

En este encierro la ropa cómo- da ha sido la tendencia triunfa- dora: «La prenda deportiva ha sido la nueva ropa de calle y de estar en casa», afirma la diseñadora. Hace unos años nadie podía imaginarse salir de su hogar con un pantalón de pijama... y actualmente cada vez más los pantalones llevan cintura elástica.

Ahora que vivimos obligados a redescubrir lo cercano, el comprador se acercará al talento local y regional para apreciar el plus emocional de las prendas hechas con cariño. Una oportunidad única para volver a la ropa de calidad, esa capaz de ser transmitida como un poderoso legado afectivo entre distintas generaciones. «Nuestros abuelos y bisabuelos compraban un buen abrigo y les duraba muchísimos años. No puede ser que al hacer limpieza cada temporada, se tire una bolsa entera de ropa. Un claro indicador de que se compra malo, barato, piezas que realmente no nos gustan», subraya la orellanense.

Incremento

La joven cree que si algo positivo podemos extraer del corona- virus es que «la externacionalización no es la solución, ya lo hemos visto con el material sanitario encargado a China. Aquí tenemos de todo, escuelas, diseñadores, productores... Ahora muchas empresas se han unido para producir batas, mascarillas y han ofrecido su logística. Hay mucha iniciativa y solidaridad, aunque debería estar remunerada», apostilla Laura, con la sinceridad y amabilidad que le caracteriza.

De la localidad pacense, el periódico se desplaza hasta la ciudad de Cáceres. Allí charlamos con el modisto andaluz Sebastián Navarro, nacido en Jaén, pero se crió en Barcelona y lleva más de tres décadas en la capital cacereña. ¿La Covid-19 ha abaratado los precios en los arreglos de la indumentaria de sus clientes? «En mi caso no, se mantienen. Lo que ha pasado es que el trabajo de la transformación, medida y ajustes en los vestidos y trajes, se ha estancado, especialmente porque se han pospuesto bastantes celebraciones como bodas y comuniones», asegura el empresario.

«Es cierto que en época de crisis la gente arregla más sus vestimentas. Los encargos van mejorando un poco a medida que pasan los días y realza que la epidemia ha dado un nuevo impulso a las adquisiciones por internet».

Entre tanto, Sebastián Navarro desarrolla su labor como el resto de profesionales del textil extremeño cumpliendo a rajatabla el protocolo que imponen las autoridades sanitarias españolas. «Mis clientas vienen, se prueban la prenda aquí, hablamos, y lo que hago es asesorarlas. Contamos con las medidas higiénicas, aplicamos la desinfección en to- dos los materiales y las prendas que llegan las pongo en cuarentena y les aplico el vapor de la plan- cha antes de modificarlas», dice.

El armario de mañana se simplifica dejando atrás la compra compulsiva y optando por ropa responsable. Primará el relato sobre el producto y la autenticidad sobre la tendencia masiva. La idea es que no hay nada mas sostenible que algo que se utiliza durante mucho tiempo. Ese es el sentir del modisto: «Soy partidario de la ropa de calidad. Estoy rematando un traje que tiene posiblemente más de 20 años, ha pasado de un padre a un hijo y el arreglo no se nota. Le han sacado un gran partido: uno puede tener poco, pero que sea duradero».

Navarro concluye alto y claro que las tendencias de moda igual que vienen se van, pero la costura queda y la calidad también.

El sector textil ha atravesado dificultades. En la actualidad, según los datos de la Asociación Nacional de Grandes Superficies (Anged), que engloba a empresas como El Corte Inglés, Carrefour o Ikea, han sido más de 100.000 empleados del sector afectados por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en toda España.

Tras el desconfinamiento las ventas cayeron el 70 por ciento en el primer mes, pero todos se muestran convencidos de que de lo que se trata ahora es de transmitir tranquilidad y normalidad al cliente, que tiene que sentirse con la confianza de que la acción de la compra tiene que ser exactamente igual al momento antes de la crisis.

Pero, ¿de qué manera está influyendo la epidemia en los precios de la ropa?, ¿la moda que viene será más barata? Como punto de partida y para despejar las dudas, le preguntamos directamente a Sandra Majada, la influencer placentina que triunfa en las redes sociales bajo el sobrenombre de ‘Invitada Perfecta’. «Más que abaratar los costes, lo que ha pasado es que la finalización del estado de alarma coincidió con el periodo de rebajas y promociones que iban llevando a cabo las marcas durante el confinamiento para incentivar el consumo y la salida de stocks».

Es la visión de un sector que para salvar la crisis económica derivada del coronavirus apuesta por un patronaje de calidad, que sea duradero en el tiempo y que terminará abaratando los costes al consumidor. Se trata de reforzar la alta costura y seguir empleándose a fondo en una moda sostenible a prueba de pandemia.