A estas alturas del verano el curso debería estar ya cerrado, con las plantillas definidas, los agrupamientos hechos y los programas de innovación en marcha. Pero el planteamiento es completamente diferente en un año, en el que se prepara un curso escolar con tres posibles escenarios en función de el evolución de la pandemia del covid-19 y de las decisiones que vaya adoptando Sanidad. Francisco Javier Amaya (Villalba de los Barros, 1980) defiende que la enseñanza presencial «es insustituible». «Pero nos enfrentamos a una situación cambiante y tenemos contemplados todos los escenarios», dice el Secretario General de Educación.

--¿Cómo será la ‘vuelta al cole’ ?

--Es obvio que somos víctimas de una pandemia y que la posibilidad de contagio existe. Pero sí puedo garantizar a las familias que, partiendo de ese contexto, los centros educativos son los espacios más seguros en los que pueden estar sus hijos; porque se van a adoptar medidas de prevención e higiene para minimizar la posibilidad de contagio y para que, en el caso de que se diera un contagio, la reacción fuera lo suficientemente rápida para acotarlo. Si hay un caso positivo, va a ser mucho más probable que venga de fuera.

--¿Qué dicta ese protocolo?

--Contamos con medidas de distanciamiento y prevención en el acceso a las clases, en el comedor escolar o el transporte; con grupos estables de convivencia hasta 4º de Primaria, para que los niños más pequeños puedan seguir la práctica educativa de la mejor manera educativa posible.

--¿Eso supone que los niños van a estar con su grupo en clase, en el recreo y en el comedor?

--Exacto. Con una entrada propia y una salida.

--¿Y los colegios van a tener a punto ese engranaje a tiempo?

--Todos los centros han elaborado un plan de contingencia adaptado a las características propias, teniendo en cuenta el modelo presencial que contemplamos para el próximo curso. Eso incluye cómo organizarán el recreo, los grupos, las entradas o las salidas.

--Y si un niño tiene fiebre, ¿cómo se va a actuar?

--La primera recomendación es que se le tome la temperatura antes de salir de casa y, si tiene fiebre o hay una mínima sospecha, que no vaya al colegio. Si empieza con síntomas, el tutor lo llevará a una sala especial para covid, le tomará la temperatura y llamará a la familia y la autoridades sanitarias. Se activará el protocolo para localizar a sus contactos en el centro y se aislará al grupo, en el caso de los grupos estables o a los contactos estrechos, desde 5º de Primaria a Bachillerato, donde se ha impuesto la distancia de seguridad. Si es un docente, personal del centro o familiar de un alumno; se activará igualmente el protocolo.

--¿La mascarilla será obligatoria en ESO y Bachillerato o en todos los niveles?

--Estamos condicionados a las decisiones de las instituciones sanitarias. En principio habíamos decidido que la mascarilla fuera obligatoria cuando no se pudiera mantener la distancia de un metro y medio, pero la Consejería de Sanidad ha determinado después el uso obligatorio de la mascarilla. A partir de esa decisión, nosotros lo hemos extrapolado a todas las etapas educativas y eso significa que, en función de la evolución de la pandemia y de las decisiones que adopte la Consejería de Sanidad, impondremos el uso o no de la mascarilla en todas las etapas.

--Entonces si no cambian las directrices que hay ahora mismo, ¿la mascarilla será obligatoria en todos los niveles?

--Efectivamente. Si no cambia el criterio actual, la mascarilla será obligatoria para todos los niveles. Pero somos conscientes de que en algún centro de educación especial puede ser difícil; o que es complicado que un alumno de tres años lleve toda la jornada la mascarilla y no la toque. Para esos casos, los grupos estables de convivencia nos permiten una mejor trazabilidad ante un posible positivo.

--¿Qué ratios se van a barajar en estos grupos?

--La media es de 16,4 alumnos. Pero es obvio que hay dos realidades diferentes en los centros urbanos y los rurales. En el 90% de los caso estamos en esas ratios, pero hay algunos grupos urbanos que están por encima de las recomendaciones, en torno a 25. En esos casos, tomaremos decisiones en función de lo que nos encontremos en los planes de contingencia.

--¿Hay un ‘plan b’ listo para un inicio del curso no presencial?

--Desde finales de mayo contemplamos tres escenarios, que van desde la presencialidad total a la enseñanza a distancia, si hay un confinamiento. Cuando llegue el 1 de septiembre, los centros estarán listos para garantizar ya la presencialidad total porque cuentan con planes de contingencia, refuerzos de plantilla y nuevo mobiliario para los desdobles. Ahora bien, ya estamos trabajando también en unas instrucciones para iniciar el curso en un modelo diferente que negociaremos con los sindicatos educativos. Estamos viendo por un lado la enseñanza semipresencial, si algún centro o algún grupo tiene que seguir temporalmente la enseñanza desde casa. Y por otro lado también, la enseñanza desde casa si hay un confinamiento; con un protocolo de teletrabajo para los profesores y de enseñanza a distancia para los alumnos y para las familias.

--¿Esos otros dos modelos se barajan para centros concretos ante situaciones concretas?

--Sí. Por ejemplo, si hay un brote. La escuela presencial es insustituible para nosotros, no solo por sus funciones pedagógicas, sino también por su función social.

--¿Y hay los recursos necesarios para centros y familias para afronten esos otros modelos?

--Cuando se decretó el estado de alarma hubo flecos que quedaron sueltos por la urgencia y eso no puede volver a pasar. Tenemos que conseguir que las familias sepan a qué atenerse ante un posible confinamiento y que tengan actualizados todos los datos que nos permitan contactar con ellos y que conozcan las herramientas que se usan en el centro. El centro tendrá que informarles de esas herramientas. Pero en Educación nos estamos planteando dar formación a las familias.

--¿Y dotación tecnológica?

--Ya hemos dotado desde Bachillerato a ESO y seguiremos dotando a los alumnos de distintos niveles de forma descendente.

--En muchos casos, sobre todo en zonas rurales, la dificultad principal está en disponer de internet.

--Pues habrá que dar una respuesta educativa sí o sí. Por un lado habrá que mejorar la conectividad y la dotación tecnológica. Y si una familia vive desconectada o tiene problemas para acceder a la red, el centro deberá facilitarle los materiales educativos necesarios y hacer un seguimiento para garantizar que ningún alumno se descuelga por ese motivo.

--¿Todo esto será de aplicación tanto para los centros públicos como los concertados?

--Todo. Lo que hemos definido debe implantarse en todos los centros públicos y en los centros sostenidos con fondos públicos.