La primera etapa de la odisea judicial por el latrocinio del siglo ha terminado esta mañana con una condena de doce años de cárcel y una multa de 42 millones de euros para Najib Razak, el exprimer ministro malasio. La sentencia, que ha considerado probados los siete cargos de lavado de dinero, quiebra de confianza y abuso de poder, también impedirá que el veterano político concurra a las inminentes elecciones. Najib ha anunciado que recurrirá frente a las puertas del tribunal donde cientos de seguidores le mostraban su apoyo y se preguntaban desde sus camisetas de qué debía avergonzarse.

El menos complejo de los cinco procedimientos a los que se enfrenta Najib se ha prolongado durante casi un año y medio. El tribunal le ha condenado por el trasvase de casi diez millones de euros desde una sucursal del 1MDB, un fondo estatal, hacia sus cuentas personales. Son sólo una gota en el océano del mayor escándalo que se recuerda en un país que los colecciona.

La justicia estadounidense calcula el monto desaparecido en unos 3.800 millones de euros, de los que casi 600 millones habrían caído en sus bolsillos. Najib ha repetido durante el proceso que sus socios le habían prometido que el dinero no provenía de las arcas nacionales sino de una donación de la monarquía saudí. "El acusado sólo tendría que haber descolgado el teléfono para llamar al gobierno saudí y verificarlo. En lugar de ello, se conformó con lo que le dijeron", ha razonado el magistrado.

MEDIO MILLÓN EN UNA HORA EN JOYAS

Durante el juicio emergieron algunas compras en las más elitistas boutiques del mundo con cargo como el medio millón de euros que gastó en unas horas en una joyería italiana. Najib los ha justificado como gastos oficiales.

El exprimer ministro había fundado en 2009 el fondo 1MCB para convertir a Kuala Lumpur en un hub financiero y estimular la economía nacional. La inversión, sin embargo, sufragó las excéntricas vidas de algunos personajes de vodevil. Fueron necesarios varios camiones para llevarse las 120.000 joyas, 600 bolsos y otras piezas de lujo de la mansión de la exprimera dama, Rosmah Mansor, que relevó a la filipina Imelda Marcos como símbolo asiático de la consorte manirrota.

Sigue desaparecido Jho Low, el banquero y muñidor de la trama, que utilizó los fondos para hacerse un hueco entre el famoseo hollywoodiense con fiestas y regalos sin tiento. Leonardo Dicaprio, Robert de Niro, Kim Kardashian o Britney Spears eran próximos a Low antes de que el escándalo les recomendara la distancia.

El proceso es visto como la oportunidad de que Malasia entierre la época de la corrupción generalizada y se devuelva la confianza a la ciudadanía sobre la justicia. La sociedad, sin embargo, sigue polarizada entre los que ven a Najib como un ladrón y los que lo consideran una víctima política.