«Depresión y demencia están muy unidas». Con esta afirmación Estefanía Hidalgo, psicóloga especializada en el área de envejecimiento del Colegio de Psicólogos de Extremadura. Según afirma la experta, las secuelas del aislamiento que han vivido los mayores, uno de los grupos más vulnerables durante la pandemia, son devastadoras para su salud en el término más amplio de la palabra «¿Qué ocurre cuando estás deprimido? Caes en la tristeza y el desánimo y te vas deteriorando». Esta situación multiplica sus efectos en el caso de personas que se encuentran en residencias de mayores. «Quedan aisladas por el miedo al contagio, no tienen contacto físico por seguridad y el contacto físico es fundamental, los mayores se están muriendo de hambre de afecto, hay una privación física y emocional». «Si a nivel neurológico hay defectos, a nivel emocional hay consecuencias», pone de relieve. También esta situación tiene consecuencias a nivel físico. «Todas las emociones tienen una correlación física, la falta de contacto, el sentimiento de soledad, de no esperar nada del futuro, eso hará que empiecen a moverse menos y a comer menos, y si se alimentan peor son más propensos a tener más enfermedades».

Relata un ejemplo de una mujer que aseguraba que no podía abrazar a sus nietos porque no se quería contagiar pero aseguraba que por otro lado «abrazarlos es lo que le daba la vida». En esa dualidad, la especialista apuesta por trazar un equilibrio. En lo que va de pandemia los expertos en la tercera edad han constatado un aumento de cuadros obsesivos compulsivos con la higiene, de ansiedad generalizada, de fobias o trastornos depresivos. En el caso de los geriátricos, pone de manifiesto «que esta situación ha puesto de manifiesto que el modelo residencial está fallando, fallaba antes pero ahora hace aguas por todos lados». Apunta que desde el colegio de psicólogos trabajan para estar más presentes en el aspecto de la atención a las personas mayores e incide en las carencias que tiene Extremadura al respecto. «Hay muy pocos psicólogos para el volumen de personas».

También subraya la importancia de dar servicio no solo a los mayores de las residencias si no a los familiares, la otra parte. «Para ellos verlos ahí genera impotencia, rabia, echas culpa al sistema, a los políticos, la culpa a uno mismo por si lo estarán haciendo bien o no». Así, manifiestan su disposición a colaborar con la administración y resaltan que su presencia es clave para que se construya un modelo más centrado en las personas. «Las residencias no pueden ser hospitales, hay que velar por la salud física pero también por la emocional», manifiesta. «Es un sufrimiento, hay muchas familias que ven que sus seres queridos se van apagando y hay que actuar porque pensamos que era algo temporal pero no sabemos cuánto tiempo durará».