La vida de la ‘nueva normalidad’ va transcurriendo entre protocolos y mascarillas, gel hidroalcohólico y en medio de grandes dosis de incertidumbre. Intenta normalizar aún la distancia impuesta, relacionarse a través de una pantalla (cuando es posible) o prescindir de besos y abrazos, y se planifica casi día a día para cambiar un día después, en función del ritmo que marca la pandemia de covid-19 que ha trastocado la vida de todos en el 2020. La vida antes de marzo saltó por los aires y en los casos que ha sido posible, sigue de otro modo desde junio mientras espera a que la vacuna surta efecto y devuelva todo a su vida anterior. «Que la sociedad ha cambiado es evidente. Va a haber varias generaciones encorsetadas con todo lo que está sucediendo y el miedo permanecerá en un porcentaje importante de la población a medio plazo», resume Domingo Barbolla, Sociólogo y Antropólogo de la Universidad de Extremadura. En su análisis antepone los efectos del miedo cultural al miedo biológico. «Ese miedo más allá de la razón, que es el que ha hecho que cambie la sociedad», asevera.

Porque a su juicio la pandemia, más allá de la losa de los fallecidos deja también un puñado de lecciones en los últimos meses que deberán abordarse con detenimiento. La primera que apunta, la atención de los mayores. «Habíamos roto con el modelo de grandes unidades familiares y eso reforzó el modelo de residencias, que se ha demostrado que no funciona», señala. «Y todo esto lo hemos vivido con una ación política que lo ha fagocitado todo», añade (la política es otro de los aspectos que considera que habría que evaluare). Pero también en medio de la pandemia, se ha evidenciado la importancia de sectores «como el sanitario» o la necesidad de reforzar «la investigación» aunque, de nuevo, la acción política también haya acaparado en muchos momentos el mensaje del la ciencia. En la cara más amable: «se han dado pasos enormes en el déficit tecnológico que arrastrábamos» y que se convirtió en un instrumento esencial para mantener la actividad aun con las restricciones.

Economía

«Ha sido un año muy complicado, en el que las empresas han tenido que buscar el equilibrio entre el trabajo, las limitaciones y medidas de seguridad sanitaria y las medidas de seguridad e higiene. Y las empresas lo han superado con nota en la mayoría de los casos» apunta Francisco Javier Peinado, secretario general de la Creex. Las que pudieron desarrollaron una cultura de teletrabajo sin precedentes y las que no, han adaptado sus modelos y turnos a los nuevos requerimientos. «Han hecho un enorme esfuerzo», reconoce. «La lástima (añade) es que a pesar de las ayudas no se han podido salvar todas» y también «que el futuro que tienen aún por delante es complicado», severa.

Desde UGT también apuntan a la herida que la pandemia deja en el empleo, «que no ha sido mayor por el escudo social de los ERTEs», recuerda Patro Sánchez, secretaria general de UGT. La sindicalista recuerda, no solo los 110.000 parados en el último mes y los más de 2.600 trabajadores que seguían en ERTE, sino también el incremento de la brecha de género en estos meses («nos preocupa porque el teletrabajo ha servido para que muchas mujeres se echen encima el trabajo y la casa de nuevo», advierte) y la incertidumbre en cuanto a la reactivación de la economía, aunque el inicio de la vacunación trate de despejar ese horizonte.

¿Qué huella deja todo eso en la sociedad? Según Domingo Barbolla, varias y de distinto calado. Por un lado «nos hemos acercado a nuestra parte más cercana, a la familia, la casa, el barrio»; y por otro, «se han puesto más en evidencia que nunca los procesos de desigualdad». Pero también han quedado aparcados otros retos que, como sociedad, habrá que abordar más pronto que tarde. «Más allá de cómo haya afectado la pandemia a cada uno, no ha sido más que una preparación a los retos que tenemos por delante como el cambio climático. Afrontaremos retos mucho más profundos», apunta.

«En los próximos 5 o 10 años la mitad de las consultas no serán presenciales»

Luis Tobajas. Médico de Atención Primaria en Salorino

La mayor parte de los 13 meses que lleva en el centro de salud de Salorino los ha pasado en un contexto de pandemia con toda la incertidumbre y revolución que todo eso ha supuesto en la Atención Primaria. «Al principio fue un choque tremendo, porque perdimos la esencia de la Atención Primaria que es la accesibilidad», recuerda. «Pero aprendimos a usar en la consulta una herramienta que no era nueva, el teléfono. Aprendimos a hablar mejor, explicar mejor las cosas y a reconocer la angustia del paciente», detalla. Y aunque en su caso nunca ha prescindido al 100% de la consulta presencial, sí ha descubierto las oportunidades que ofrecen otras herramientas como el correo electrónico.

«Hay que evaluar todas esas herramientas para consolidarlas en la atención al paciente. Porque en los próximos 5 o 10 años la mitad de las consultas serán no presenciales, con videoconsulta, teléfono o correo electrónico. Hay que aprovechar y adaptarse».

«Nos hemos ido adaptando, pero nunca nos planteamos parar»

Ricardo Cabezas. AA.VV El Gurugú

«Teníamos claro que no podíamos parar. Y de hecho no hemos parado en ningún momento. Hemos sacado adelante todo los programas adaptándonos a la situación en cada caso», cuenta Ricardo Cabezas, histórico dirigente vecinal de la barriada del Gurugú, que destaca el comportamiento «ejemplar» de los niños. «Se han portado de lujo», dice. Incluso en pleno confinamiento no detuvieron el programa de conciliación, y mantuvieron el contacto a través de WhatsApp. Duplicaron las instalaciones para poder garantizar la distancia de seguridad y la ventilación que exige el protocolo y cuando no fue posible tener en marcha el comedor y los campamentos, pidieron al Fega (el Fondo de Garantía Agraria) autorización para poder entregarles los alimentos a las familias. «Si no se puede usar aquí, que al menos lleguen de otro modo a las familias», defiende el dirigente vecinal.

«La cultura sale tocada por las cancelaciones, pero se repondrá»

Carlos Lobo. Promotor cultural

Como para muchos otros sectores, ha sido un mal año para la cultura que ha tenido que asumir un cambio sin precedentes con la supresión de eventos multitudinarios y todos los que incluían a público de pie. «Hemos vivido algo inesperado y nos hemos tenido que adaptar. Pero la cultura termina el 2020 muy tocada», asegura el promotor Carlos Lobo. Porque la supresión de eventos no solo ha dejado sin actividad a los artistas, sino también a todo el engranaje que un espectáculo tiene detrás, desde los técnicos de sonido a las empresas de limpieza o los proveedores que gestionan las barras.

«Nosotros optamos, por ejemplo, por suprimir las barras en los conciertos porque no era fácil garantizar ahí la seguridad, que era lo prioritario», recuerda. Aunque está convencido de que los cambios y las limitaciones ocuparán buena parte del 2021, también confía en una recuperación rápida. «La gente está deseando vivir. Creo que la cultura se recuperará pronto».

«En marzo le echamos ganas y ahora hay una web. Nos hemos preparado»

Mónica Mata. Profesora de Primaria

El 2020 deja también a los profesores un puñado de ‘lecciones’. «Cuando se inició el confinamiento estaba todo por hacer en cuanto al uso de las herramientas digitales en el aula. Ahora tenemos una página web que uso como recurso de apoyo en clase, con vídeos, material interactivo, juegos...», cuenta Mónica Matas, profesora de Primaria en el colegio San Miguel, de Plasencia. «Si nos confinan de nuevo, lo han practicado desde el primer día», razona.

El confinamiento puso a prueba las «ganas e imaginación» y también la colaboración de las familias. «Fue muy importante ese apoyo y en los niños que no lo tuvieron se ha producido un desnivel. Pero es un trimestre, no les va a afectar para toda la vida», resuelve la docente, que elogia «el trabajo de los equipos directivos» para crear en tiempo récord los protocolos, y la capacidad de adaptación de los alumnos: «son un ejemplo. Si sigue la pandemia no es por los niños».

«Nos preocupa la sostenibilidad económica sin poder hacer eventos»

Ignacio Lucero. Asociación Española Contra el Cáncer

«Ha sido un año complicado», resume Ignacio Lucero, gerente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Más allá de la digitalización de servicios a una población vulnerable ante el covid-19, han tenido que afrontar la renovación del voluntariado porque el grueso eran personas mayores (también vulnerables). «Logramos duplicarlo con personas jóvenes» cuenta. Más complicado ha sido equilibrar las cuentas con ingresos reducidos al mínimo «y los gastos triplicados», anota. La principal fuente de ingresos de la AECC son los eventos multitudinarios con inscripción. No han podido hacer ninguno y el propio Lucero activó un reto para crear un fondo de emergencia para poder mantener la ayuda a los servicios a los enfermos de cáncer. Con eso lograron 10.000 euros. El problema es que hasta finales de 2021 duda que puedan hacer eventos: «me preocupa la sostenibilidad económica», asegura.

«Se han usado más que nunca los epis. La seguridad es esencial»

Ángel Pacheco. Cooperativas Agroalimentarias

En el ‘annus horrubilis’ del campo no solo ha estado la pandemia sino también los efectos del Brexit, de los aranceles de EEUU o los bajos precios. «En cuanto a las producciones, hemos tenido que buscar la forma de dar salida a todo lo que iba destinado al canal Horeca o a los comedores escolares», recuerda el presidente de Cooperativas Agroalimentarias Ángel Pacheco. Los cierres en ambos causó un atasco en el mercado que tiró los precios y dejó a muchas explotaciones en una situación muy frágil. Pero además hubo que adaptar los horarios en todos los centros de trabajo y las cooperativas para desinfectar entre turno y turno, y adaptar lo protocolos tanto en las explotaciones como en las industrias alimentarias. «No es fácil que en una explotación estés en contacto con mucha gente, pero hemos usado más que nunca los epis. La seguridad es esencial».

«Ya ‘acompañamos’ a clientes en visitas virtuales por los pisos»

Mamen Montero. Inmobiliaria Viprés

Lo que comenzó hace unos años como una apuesta por las nuevas tecnologías en l inmobiliaria Viprés, se convirtió en el mes de marzo en una herramienta esencial para poder mantener algo de actividad. Nueve meses después, es una fórmula más que logra captar a clientes, aunque las ventas aún se cierren mayoritariamente de forma presencial. «Esto no son unas zapatillas que puedas cambiar al día siguiente. La gente necesita pisar la casa y tocarla», reconoce Mamen Montero, delegada de la oficina de Viprés en Cáceres. Pero mucha gente sí que toma ya las primeras decisiones o solicita la reserva de la vivienda con la aplicación que han desarrollado este año para hacer visitas virtuales por las casas ‘acompañados’ por uno de los agentes.

«Esto ha llegado para quedarse. Es una herramienta más, pero se ha visto que facilita mucho todo el proceso», cuenta Montero.

«Se ha creado una distancia muy dolorosa con el paciente»

Laura Casero. Enfermera en Atención Primaria

«Lo que hemos vivido ha sido un cambio tan fuerte, que es muy complejo transmitirlo», advierte Laura Casero, responsable de Enfermería en el centro de salud de Zona Centro de Cáceres. «Porque no ha sido un cambio administrativo sino asistencial», añade. Y lo ha impregnado todo en este año, desde lo más básico, como es la compra de material («pasamos de requerir material para analíticas a epis, mascarillas pantallas...» ) a lo esencial como es el trato con el paciente. «Una enfermera necesita tocar al paciente y eso llegó a desaparcer. Se ha creado un barrera muy dolorosa», reconoce. Pero es vital dentro de la cadena de seguridad que han ido marcando los protocolos en marcha. En medio de todo eso, «el teléfono ha venido para quedarse, aunque es muy frío», advierte. Y hay una esperanza: «la vacuna es una salida, pero la inmunidad costará tiempo».