Los que acostumbran a ganar en la Vuelta son corredores con galones, porque si este viernes el más famoso entre el dúo que se disputó la victoria y que sorprendió al pelotón era Philippe Gilbert, el campeón del mundo, otro excampeón del mundo, en este caso de ciclocrós y por partida doble, el checo Denek Stybar lo sorprendió para anotarse el triunfo en la séptima etapa.

Y porque Gilbert y Stybar atacaron en los últimos kilómetros, la típica preparación del esprínt, entre los equipos con velocistas, se rompió, un desorden general del que se aprovechó la pareja que salvó la escapada en los metros finales, a diferencia de lo que ocurrió el jueves cuando Tony Martin se quedó sin premio tras una épica fuga de 175 kilómetros.

La ronda española entró en Andalucía para llegar a Mairena de Aljarafe, a las afueras de Sevilla, lo que se aprovechó para realizar un circuito final, con recorrido por las calles de la capital andaluza y algún que otro polígono industrial por el camino. Pero como había alguna zona estrecha, donde se concentró el público, algunos participantes, muchos de ellos ilustres, vieron excesivo peligro, lo que denunciaron a los micrófonos de las emisoras acreditadas en la Vuelta. "Es vergonzoso que el final haya sido así en Sevilla. Era muy peligroso", se quejó Purito Rodríguez. Samuel Sánchez, Ivan Basso e Iván Gutiérrez también mostraron su protesta.

Mañana todo cambiará aunque Vincenzo Nibali volverá a partir con el jersey rojo de líder. Ahora llegan, hasta el lunes, tres etapas con perfil más complicado porque la Vuelta se quita el uniforme llano donde se ha visto, a excepción del miércoles, que tener un esprint como Dios manda es misión imposible. La ronda española se vuelve a vestir con las prendas de montaña: llegada a Peñas Blancas, en lo alto de Estepona; el domingo, la empinada cuesta final de Valdepeñas de Jaén, territorio 'made in Purito', y el lunes la llegada más complicada de las tres, en el Alto de Hazallanas, en Granada.