Cinco años más de Silvio Berlusconi o ya "basta", como dice el líder de La Unión, Romano Prodi. Los italianos convierten así las elecciones legislativas de hoy y de mañana en un referendo a la gestión del hombre más rico del país, que afronta el veredicto popular con los sondeos en contra. A pesar de que en Italia se respira un final de reinado, el líder de la Unión sólo parte con una ventaja de entre 3,5 y 5 puntos sobre su rival conservador, según las últimas encuestas oficiosas.

En todo caso, sería un milagro que una de las dos coaliciones en liza, La Unión y la Casa de las Libertades, lograra una mayoría absoluta cuando todo apunta a una situación de casi empate o de parálisis política, que derivaría en otras elecciones si Prodi gana en el Congreso y Berlusconi en el Senado, gracias a la nueva legislación electoral.

LA TENDENCIA A favor de que se cumplan las previsiones de los sondeos existe algo tan terrenal como el triunfo del centroizquierda en las regionales y municipales por las que ha pasado el país desde el 2001, cuando Berlusconi ganó las generales. La tendencia al cambio también se fragua en el mundo económico, decepcionado por el parón en el crecimiento del país y una sobrecarga del déficit público.

Pero la orquilla de diferencia entre las dos coaliciones, dada por los sondeos, no permite relajarse ni a Berlusconi ni al progresista Prodi hasta tener en las manos los resultados oficiales de mañana. Por eso, la pelea por el voto de los 47.258.305 electores, especialmente el de los indecisos (23%), se exprimió hasta el último minuto y fue descarnada y tramposa por parte del primer ministro, que espera hoy la ayuda de las homilías dominicales para demonizar el voto comunista, proabortista y favorable a las uniones entre homosexuales. A tan ajustada previsión se suma una de las últimas triquiñuelas del Gobierno: el cambio de la ley electoral, por la que el país regresa hoy al sistema proporcional, desestimado en referendo en 1993. El cambio, beneficioso para los partidos mayoritarios, amenaza con provocar un efecto bumerán en el centroderecha, que lo impulsó en su provecho.

El triunfo de Prodi en la Cámara baja, para la que se eligen 630 diputados, parece bastante seguro. En el aire queda, en cambio, el resultado de la Cámara alta (315 senadores), en manos del voto regional, que Berlusconi piensa convertir en favorable para su coalición si logra neutralizar la victoria del centroizquierda en las regionales del 2005. Piamonte puede ser el Ohio de Il Cavaliere .

PANORAMA INCIERTO El panorama se presenta incierto y complicado. Los electores, por primera vez en la historia del país, votarán por listas cerradas, y sólo las regiones del Valle de Aosta y el Tirol mantienen el sistema mayoritario. Lo han podido hacer gracias a los amplios poderes autonómicos que tienen.

La prensa reflejó ayer el sentir general por vivir un primer día electoral de tranquilidad, obligada por ser jornada de reflexión, sin la agresividad verbal que ha caracterizado la campaña. "Al fin se ha acabado, votamos", escribió en portada el diario La Stampa . Más militante, Il Manifesto expresó la felicidad por el fin de la campaña con el titular "Han acabado", aunque éste ofreció una doble lectura ya que encima tenía una gran foto de Berlusconi con los suyos.

Pero la tregua puede durar poco si el primer ministro decide cuestionar los resultados del lunes o si éstos arrojan a Italia hacia la ingobernabilidad, abriéndose paso nuevas elecciones. El hombre cuyo patrimonio supera los 9.000 millones de euros no parece dispuesto a abandonar la categoría judicial de intocable que le otorgó el cargo de jefe del Gobierno durante cinco años.