Se comparó a sí mismo con Winston Churchill, dijo que ha hecho más cosas que Napoleón y que tiene más paciencia que Jesucristo. Después de haber entrado en política en 1994 afirmando que era "el ungido del Señor" y de haber instado a sus colaboradores a "divulgar la buena nueva, como los apóstoles", Silvio Berlusconi dijo ayer: "El único proceso que espero es el de mi beatificación".

Horas antes, la Fiscalía de Milán había anunciado que había cerrado la investigación contra el primer ministro italiano por el supuesto pago de un soborno al abogado David Mills de 600.000 euros.

Sus discursos populistas hacen sonreír a muchos italianos. Pocos admiten públicamente que le hayan votado en 1994 o en el 2001. Sin embargo, Berlusconi podría volver a ganar las próximas elecciones generales, que tendrán lugar en abril. Los últimos tres sondeos oficiales le dan esta semana el 47,5%, el 47,3% y el 47% de los votos, contra el 52%, el 51,6% y el 51% de Romano Prodi, líder de los progresistas de La Unión. Hace dos meses, Prodi lo aventajaba por más de 10 puntos de diferencia. Un análisis realizado por la Embajada de EEUU en Italia, citado por el periódico La Repubblica, señala que, en términos reales, Prodi dispone ahora de tan sólo dos puntos de ventaja sobre Berlusconi: 50% para el primero y 48% para el segundo.

El señor de los milagros

Importantes banqueros hicieron cola el pasado otoño para participar en las elecciones primarias del centroizquierda a favor de Prodi, y los grandes industriales, incluidos los jefes de la patronal (Confindustria), admiten que se decantarán por él. Sin embargo, Berlusconi podría ganar. Primero, porque muchos italianos creen en los milagros, y Berlusconi los promete; y segundo, porque el voto de la tendera de la esquina vale tanto como el del presidente de la República, y a la primera no se le escapa ni un solo programa popular de las tres redes televisivas del jefe del Gobierno, en los que se insiste de forma permanente en la victoria de los conservadores. Un estudio de Ipsos-Cise sobre el humor electoral indica que el 42% de los pequeños y medianos empresarios y trabajadores asalariados del sector privado tienen intención de votar a la derecha.

Los 11 partidos de los progresistas de la Unión, con Prodi al frente, quedaron noqueados a principios de este mes, cuando Berlusconi apareció en todas las pantallas y emisoras de radio como si tuviera el don de la ubicuidad. Hasta los automovilistas fueron cazados un día por el omnipresente magnate, a través de la emisora que informa sobre el estado del tráfico en las carreteras. Entonces, cara a los comicios, se disolvieron las Cámaras y Berlusconi enmudeció, como impone la ley. "Se le terminaron los cartuchos", se tranquilizaron los progresistas.

Transcurrieron sólo unas horas y el empresario y político anunció el preestreno mundial de Qué bonitos ojos , una canción propia dedicada a Tania Zamparo, miss Italia del año 2000. La canción viene a ser algo así como el segundo capítulo de una carrera artística que comenzó con un disco editado en el 2003.

Ayer, Berlusconi anunció un acuerdo sobre su programa de Gobierno con Alessandra Mussolini, nieta del Duce , líder de Alianza Social. Es el partido de la derecha más extrema, que rechaza el ingreso de Turquía en la Unión Europea y la euroorden, pugna por la supresión del aborto y por la repatriación de los inmigrantes. Mussolini afirmó que se ha aliado con el centroderecha para posicionarse "contra la deriva comunista y zapaterista" del centroizquierda. La nieta nacional enseñó el jueves los resultados de un análisis de orina para probar que no se droga.

El decálogo

El mandatario aún no ha presentado su programa de Gobierno pero, fiel a su lenguaje entre popular y religioso, ha dicho que será un simple "decálogo". Los progresistas presentaron un mamotreto de 281 páginas. "Hagámonos daño", reaccionó el director de cine Nanni Moretti. Berlusconi también ha asegurado que, si pierde las elecciones --"una hipótesis muy remota", opina--, no volverá a ejercer de empresario, sino que seguirá su carrera política para hacer una oposición "fuerte". Permanecerá en Italia, para "vigilar la libertad" y para hacer una oposición a la izquierda que sea "convincente y obstinada".