Diario de un chamán tiene carácter de retrospectiva con un conjunto de obras que reflejan las inquietudes que han movido a este autor a lo largo de sus cincuenta años de trayectoria.

Un revisión integral de su obra que él mismo agrupa en seis amplios campos de estudio: la Existencia, la Naturaleza, los Trayectos, las Estancias, el Éxtasis y el Destino y que tienen que ver con los estados en los que los antropólogos suelen compendiar las más elementales inquietudes humanas sobre la vida: la seguridad, el sexo y la muerte. Hilario Bravo actúa en ellas como un chamán, un sanador, que a través de sus creaciones es capaz de abrir nuevas formas de ver y pensar a un ser humano enfrentado a sus dudas y cuestionamientos.

De este modo, conformadas en torno a los seis conceptos mencionados, Diario de un Chamán recoge pinturas, dibujos, esculturas, cerámicas, libros de artista y fotografías pertenecientes a todas las épocas, a la vez que presenta algunas de sus obras más recientes.

El catálogo que acompaña a la muestra recoge un revisión razonada y crítica de la obra del artista desde 1972 y sirve por tanto de complemento indispensable a esta conmemoración.

La trayectoria de Hilario Bravo (Cáceres, 1955) se caracteriza por la búsqueda constante de nuevas fórmulas plásticas. En la década de los ochenta, la tradición del grabado alemán y su recuperación del arte primitivo provocan un fuerte impacto en el espíritu creador de Bravo. Sus estudios en los museos europeos sobre las culturas de los Mares del Sur, africanas y orientales crean en él, igualmente, una impresión de interés creciente y progresivo hacia otras culturas.

Su pintura no puede clasificarse dentro de la línea figurativa, ni tampoco, a pesar de su sencillez y simplicidad plástica, dentro del abstraccionismo de corte minimalista, más bien su obra podría calificarse como pintura de signos, de símbolos y gestos poéticos.

Ha participado en exposiciones por toda España y también en Europa, Estados Unidos, Israel o México. Sus obras pueden admirarse en colecciones como las del Banco de España, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Asuntos Exteriores o la Fundación Colegio del Rey, Junta de Extremadura y Diputación Provincial de Cáceres.

Entre sus diversos reconocimientos hay que destacar el Premio Extremadura a la Creación (1998), el Premio Nacional del Grabado Español ( 1999), la obtención de una beca en la Real Academia Española de Bella Artes en Roma (1995) y el haber sido merecedor en varias ocasiones de las Ayudas a los artistas visuales de la Junta de Extremadura. Su obra ha sido objeto de análisis de críticos y estudiosos como Miguel Cereceda, Juan Manuel Bonet, Fernando Castro Florez, Juan Antonio Alvárez Reyes, Moisés Bazan o Javier Cano.