Es impresionante ver lo preocupada que está la sociedad por la gente mayor. Tanta preocupación sinceramente me sorprende mucho. Antes ¿nadie sabía el estado lamentable de muchas residencias? ¿O que mucha gente mayor que trabajó toda su vida cobraban menos de 700 euros al mes, o que muchos abuelos cuidaban a los nietos, o a los enfermos? ¿Nadie era consciente de que muchos hijos o nietos vivían con ellos por la situación de desempleo de los jóvenes, o que sus pensiones eran una ayuda económica para la familia? Todo era invisible. Nadie se daba cuenta tampoco de la gente frágil y con dificultad para caminar por las calles (entre motos, bicis, patinetes...) o para subir y bajar del transporte público... No, nadie veía nada, así que lo tenemos difícil para modificar el egoísmo social en que vivimos, si solo una pandemia nos hace ver una realidad muy habitual.

Nueva normalidad

Aceptar la pandemia

David Vega

San Sebastián de los Reyes (Madrid)

La gente piensa que la nueva normalidad significa que todo está bien, cuando en realidad nada está bien. Nueva normalidad significa que el covid-19 es la nueva norma a la que debemos ajustarnos. Tenemos que aprender a convivir y aceptar esta pandemia. En nuestras manos está minimizar los efectos de esta normalidad, manteniendo la distancia social y otras medidas preventivas. Estas son las nuevas reglas del juego: lleva mascarilla, lávate las manos, mantén las distancias, ya no saludes ni con besos ni con abrazos, quédate más en casa, sal a espacios abiertos, haz una compra semanal, lava todo lo que entra en casa... Para los que aún no se han dado cuenta, esta es nuestra guerra. Con unas diferencias notables: no ves venir las bombas, no conoces al enemigo y no va a haber armisticio. Solo se acabará con una vacuna o un medicamento efectivo.

Tras la pandemia

Pobreza en España

Jesús d. Mez

Gerona

Caritas presentaba un informe en el que encontramos, como siempre, un retrato fiel de la pobreza, en esta ocasión incrementada por el covid. Pero también del capital social que existe en España para responder a una situación como estamos viviendo. La pandemia ha provocado una disminución de un tercio de los ingresos en nueve de cada diez hogares. En el ámbito de la pobreza, en solo dos meses España ha vuelto a las cifras que provocó la crisis de 2008. Hay un grupo importante de familias con 4 miembros que viven con unos ingresos de menos de 800 euros al mes.

Tras la pandemia

Salvarnos la ciencia

Iulen Lizaso

Hernani (Guipúzcoa)

Partiendo de que toda la humanidad somos, en alguna medida, responsables de esta crisis civilizatoria y existencial, ante cualquier acción-reclamación, sería sanador para nuestra conciencia repasarla, para evitar juzgar en crudo a nuestros verdugos, cuando quizá en nuestra envergadura, dentro de otra escala de poder... somos su espejo de dominio ante otras criaturas. El que fuera administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) James Gustave Speht, ya a finales del siglo pasado anunciaba que «Las mayores amenazas en el próximo siglo no van a venir de las armas, sino de la sanidad y el medio ambiente».

Pienso que descuidó los matices, al referirse implícitamente a las armas convencionales como elementos de guerra y cambio climático (calentamiento global), como factor multiplicador de fenómenos climatológicos adversos que se dan en sequías, inundaciones, tsunamis, pérdida de biodiversidad con la desaparición de especies y déficit alimentario que conlleva, etcétera.

Hoy se reafirma en lo dicho hace un cuarto de siglo, pero matiza al reconocer: «Pensé que 30 años de buena ciencia podrían abordar estos problemas... estaba equivocado por solo pensar que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso del ecosistema y el cambio climático. Hoy, los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia y la apatía, y para hacer frente a estos retos necesitamos una transformación cultural y espiritual. Y nosotros, los científicos, no sabemos como hacer eso».