Ya está aquí. En papel. En papel aunque Marco siempre ha tenido tendencias digitales. El jueves pasado, en la presentación, hubo más de uno de sus viejos compañeros de universidad. Aquella fue la primera promoción extremeña de informáticos. En Cáceres. Cáceres. Jarandilla. Badajoz. Marco es un poco de aquí y de allá. Marco es ciento por ciento Extremadura. Marco tiene algunas de las virtudes de la raza. Extremeña, por supuesto. Esta novELA, por ejemplo. NovELA, con la ELA en mayúsculas. Marco nos ha enseñado a escribir camisELA por camiseta y charlELA por charleta. Marco nos ha enseñado qué cosa es la ELA. El día que, por teléfono, le puso nombre a su enfermedad, en que me informó del diagnóstico, no supe qué decir porque no sabía qué era la ELA. Tal vez un catarro tirando a raro. Tal vez cierta afonía de invierno. Ahora sé qué es la ELA, pero, lo que es más importante, ahora sé quién es Marco Sánchez Becerra.

Por Marco he tenido rendida simpatía desde el mismo día en que me bendijo con su amistad. Y cierta admiración. Con Marco he compartido muchos caminos. Pero Marco siempre ha escogido el camino difícil, el de los valientes. Yo he sido más dado a la vida muelle. Mientras él subía a Roncesvalles desde San Juan Pie de Puerto, andaba yo zascandileando en los corrales del coso pamplonica. Así se nos ha ido la vida. Mientras yo, fumándome un puro, presidía el Badajoz, él me sacaba las castañas del fuego llevando las cuentas del club. Le puse la tarea más difícil y solo dijo sí mientras sonreía. Marco y yo hemos compartido algunas aventuras. Quizá la primera fue aquella de la fundación de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Extremadura. ¡Tantos años ya! Luego vino la Asociación de Empresas de Formación de Extremadura. Y ahí andábamos. Al relevo uno del otro. Años en que las aulas fueron el terreno de juego donde ambos jugamos la partida de vivir.

Yo con Marco hasta he perdido dinero. Hemos sido socios y hemos perdido dinero. Y no por eso hemos dejado de ser amigos. Con lo mucho que hemos perdido podríamos haber hecho un magnífico donativo a la Asociación de Enfermos de ELA Extremadura. Rosa, su mujer, los pies siempre sobre la tierra, aún nos lo recuerda. No siempre se puede ganar, pero Marco ha ganado a Rosa. Y aún la gana cada día. Lo bueno de estar enfermo es descubrir la santidad sin aureola de la buena gente. A veces los santos te vienen a visitar a casa.

Marco es ejemplar. Una sonrisa ejemplar. En eso se resume todo. En vivir y vivir como él. En sonreír y sonreír como él. Creciéndose ante las dificultades, ante el maremoto de complicaciones que ha arrasado su vida y su obra. Marco es, sin duda, uno de los tipos más grandes que se han cruzado en mi camino. En el camino que hemos pisado juntos. Y doy por ello gracias a Dios.

Cuando leí el borrador de la novELA eché en falta un capítulo dedicado a Dios. Marco, como todos los buenos, es reservado. A mi ruego, acabó por destapar las creencias que le sostienen. En Cantabria, juntos, le rezamos a la Virgen de la Bien Aparecida y al Cristo de Limpias. Ahora ya, cuando vuelvo a esos templos, aún solo, Marco, amigo, hermano, estás a mi lado. En Santander precisamente, en el Hotel Bahía, creo que Marco se bebió, intentó al menos beberse, su última cerveza. Casi se nos cae el Hotel Bahía encima. En casa de Vidal Julio le dio las últimas caladas a un cigarro puro. Pido perdón por aficionarle a tan execrable vicio. En el fútbol fumábamos juntos. Y juntos fumamos en más de una plaza de toros.

¿Te acuerdas Marco de esa camiseta de nuestro querido y entrañable Club Deportivo Badajoz en la plaza de toros de Pamplona? Ahora la cuelgas con orgullo en una pared de tu casa. Allí donde tienes montada una UVI de campaña. A tu izquierda un balconcillo por el que entra la luz. En palabras de otro ELÁstico, Francisco Luzón, el viaje es la recompensa. El que hemos vivido juntos… y lo que nos queda. Porque Jaime Caballero sigue nadando aunque los tiburones le coman los huevos. Yo porque soy vasco y tú porque eres extremeño. Y porque tienes a Rosa, a tus padres, a tu hijo, a tu familia y a la buena gente que te visita. Y a Dios.

Te pedí que escribieras aún otro capítulo más en tu novELA. A escribir ese otro capítulo te negaste. Quizá tuvieras razón... Amanece cada mañana en Villamar. Sucre, tu perro, sigue engordando. A tu izquierda, por el balconcillo, entra la luz de cada nuevo amanecer. Tenías razón. Gracias por la novELA. Gracias por regalarnos tu ejemplo, soberbia medicina, en envase de cuarenta y dos pastillas. El librito está bien,… pero se nos ha olvidado poner, al final, continuará. Un continuará tremendo, esperanzado y valiente como tú. Porque tiene que continuar. Porque «aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, tu vara y tu cayado me sostienen».