«Ha sido una sorpresa muy grande porque en toda nuestra historia, que yo recuerde, nunca ha estado ese cargo bajo la supervisión de un jesuita». Así valoraba ayer el padre Jaime de Peñaranda, vicesuperior de la comunidad jesuita de Villafranca de los Barros, el nombramiento de su amigo Juan Antonio Guerrero como prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede. El jesuita considera que «la misión» que le han encomendado al padre Guerrero es «importantísima», y más teniendo en cuenta que en esta materia «siempre hay líos y follones» en el Vaticano.

Según de Peñaranda, Guerrero es «un hombre muy inteligente, cordial, cercano a la gente, con una intuición muy fina a propósito de las cosas que ocurren en el mundo y a su alrededor. Es un buen analista de las situaciones que le tocan vivir a su alrededor, aparte de que tiene una formación muy amplia».

De Peñaranda apunta que a Guerrero lo conocen como Chiqui desde niño. «Todo el mundo lo conoce por su apodo. Esperemos que no se lo quiten en el Vaticano y que siga siendo Chiqui», bromea. Quien también conoce bien al futuro gestor de las cuentas vaticanas es el padre Antonio Becerra, párroco de la Concatedral de Santa María de Mérida. «Me ha sorprendido muchísimo el nombramiento porque no me lo esperaba, pero me siento agradecido de que el Papa se haya acordado de un emeritense con un buen espíritu como él para llevar a cabo esta misión tan difícil e importante en la iglesia», afirmó.

El alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, trasladó a Guerrero la «enhorabuena» en nombre de la ciudad, por haber sido elegido para desarrollar «un puesto de relevancia e importancia en una de las instituciones más antiguas del mundo y con más prestigio como es la iglesia católica».