La invasión rusa en Ucrania será larga y sus consecuencias duraderas en el resto del mundo. Y lo será no sólo por la crisis energética, sino por las dificultades de exportación de productos de primera necesidad desde Ucrania y Rusia, los llamados graneros del mundo. La crisis alimentaria que se avecina, afirma el primer ministro de Italia, ya está ahí en algunos países de África. Estamos amenazados con la peor hambruna en décadas, remarca el canciller alemán. Y es que hasta 14 economías en desarrollo importan de Rusia y Ucrania más de la mitad de su trigo. Al bloqueo del transporte agrícola desde el este europeo se suma el decreto de India, el segundo productor mundial de trigo, que prohíbe la exportación de su cereal ante la ola de calor extremo que está sufriendo. El Banco Mundial calcula que el precio de los fertilizantes, ligado al de la energía, puede aumentar hasta un 70% este año. Lo mismo que el del trigo. La ONU, como la Unión Europea, exige a Rusia que permita la exportación segura de estos bienes básicos. Y advierte de que hasta 323 millones de personas pueden sufrir hambre en el planeta este 2022. Todo en un contexto de sanciones financieras a Rusia, que no sobre sus exportaciones agrícolas, tal y como se defiende EEUU y que, según la FAO, pueden empeorar aún más esta situación alimentaria.