Como os podéis imaginar esta posibilidad no se ha dado hace poco, ni siquiera de unos cincuenta años para acá. No, ni mucho menos. Nos tenemos que remontar a otros tiempos, en concreto a los primeros años del siglo XVI, tiempos no sé si mejores o peores que los de ahora, pero sí diferentes.

Don Melquiades Andrés, sacerdote vallisoletano (fallecido en 2014), en la década de los ochenta fue profesor titular de Historia Moderna en la Universidad de Extremadura, durante su estancia por estas tierras, en concreto en el Seminario de Cáceres, escribió un libro, publicado por el Servicio de Publicaciones del Obispado de Coria-Cáceres en 1992, “Vida espiritual y eclesiástica de Extremadura” en el que cuenta los avatares de la historia de la Iglesia extremeña. Bueno, pues, releyendo este libro, y un poco como homenaje a Don Melquiades, me encontré con este personaje, quizá conocido por muchos, pero que seguro para otros es totalmente desconocido.

El placentino-cardenal Bernardino López de Carvajal (1456-1523), fue uno de los hombres más discutidos de su tiempo de la Iglesia, no extremeña, sino de la Iglesia española. Hijo de una época de luchas socarradas e incesantes entre nobles, obispos o maestres de órdenes militares. Don Melquiades dice de él, “que en este Carvajal se fundieron a la vez, cultura, teología, derecho, espíritu independiente, hasta protagonizar un cisma y un trabajo incansable en servicio de la Iglesia y de su patria”. Nuncio del Papa en España, embajador de España en Roma, Obispo de Astorga, de Badajoz y de Sigüenza, patriarca de Jerusalén.

Mecenas de artistas españoles en Roma, diplomático mediador entre Fernando el Católico y la corte papal ante las graves diferencias sobre Nápoles (1496). Su rebelión contra el Papa Julio II le valió la excomunión de la Iglesia, e hizo que el Papa le desposeyera del obispado de Sigüenza y la pérdida de cardenalato.

El sucesor de Julio II ofreció la rehabilitación a los disidentes, cosa que acepto Don Bernardino, con humildad y obediencia. A partir de entonces su vida fue el ejemplar, recuperó el capelo cardenalicio, y fue nombrado obispo de Plasencia (1522). En el cónclave en el que fue elegido Adriano VI, nuestro paisano Carvajal obtuvo, en uno de los escrutinios, 15 votos de los 39 cardenales que votaron. O sea que estuvo “en un tris” de ser elegido Papa.