Si ha habido una cita especialmente polémica en la corta historia festivalera de Cáceres, ésa ha sido la cuarta edición del Cáceres Pop Art, que concluyó anoche con la gala de premios en el Gran Teatro y con una fiesta de despedida en el Corral de las Cigüeñas donde se reunieron músicos, artistas, periodistas, cinéfilos y simpatizantes en general. Pero han sido dos semanas de sobresaltos, nervios y cambios de ubicación de conciertos por las numerosas denuncias recibidas todos los días, salvo dos, y a la vez de críticas, réplicas y contrarréplicas por la exposición pop sobre Ibarra, que saltó a los medios nacionales. Sin embargo, y quizás por todo ello, el certamen finaliza con el mejor balance desde su creación: 5.000 personas han pasado en diez días por los 23 conciertos ofrecidos, la II Semana de Cine Pop y la I Muestra Nacional de Videoclips.

El responsable de la Asociación Cultural Bon Vivant, Juan Pedro González, impulsor del festival, asegura que ha vivido momentos de "auténtica incertidumbre" sin saber si esa noche iban a celebrarse los conciertos, cómo o dónde. Pero el certamen ha salido finalmente reforzado "y continuará en los próximos años sea como sea, aunque tengamos que prescindir de los locales del casco viejo y organizarlo en un parque de la periferia. Lástima, porque en los años 80 se arreglaba el mundo en los bares y por tanto la cultura pop es eminentemente urbana, pero si las cosas siguen así no habrá otro remedio. Creo que el festival se valora más fuera de Cáceres que aquí", lamentó ayer.

El problema ha estribado en la falta de licencia de los locales cacereños para ofrecer conciertos, y aunque el ayuntamiento concedió un permiso verbal al Pop Art mientras se arregla este asunto, las continuas denuncias de un hostelero contra el resto han obligado a dos salas, Corral de las Cigüeñas y Palacio de los Golfines, a suspender sus actuaciones con el certamen ya iniciado. "Pese a estas denuncias de Alda-

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