A Ben Kingsley (Yorkshire, Reino Unido, 1943) le ha llevado mucho tiempo ser una persona feliz. Hace años era bastante neurótico. Estaba convencido --como muchos colegas suyos-- de que para ser creativo había que ser infeliz. Después de examinar a sus personajes, se examinó a sí mismo y no le gustó lo que vio. Entonces se liberó de toda esa carga negativa y encontró su yo. Un tiempo después vino lo mejor: conoció a una mujer, se enamoró y se casó. Todo esto lo contó ayer el caballero Kingsley en el Festival de Sevilla, donde recibió el Giraldillo de Oro y donde presentó película en la sección oficial: 50 hombres muertos , un más que digno filme, que se estrena el viernes y en el que da vida a un agente de los servicios secretos británicos que lucha contra el IRA a finales de los durísimos años 80 en Belfast.

OBRA AUTOBIOGRAFICA La cinta está basada en la novela autobiográfica de Martin McGartland, un irlandés que estaba en el IRA, pero que fue un topo de los británicos. Ataviado con una peluca que no le queda muy bien, pero que él mismo eligió ("un agente secreto no puede ser calvo porque llama mucho la atención"), Kingsley interpreta al contacto del soplón. A ambos les espera un camino lleno de todo menos de rosas: atentados, huidas, nervios e interrogatorios con torturas. "Los protagonistas son personas normales y corrientes que se ven involucrados en una situación extrema. La película habla de vulnerabilidad y de lealtad entre dos hombres. También de la violencia y de la necesidad de dialogar para solucionar conflictos", explicó Kinglsley. Ganador de un Oscar en 1982 por dar vida a Gandhi, el actor dijo que el pacifismo es y siempre será necesario, pero que, lamentablemente, "no siempre funciona".

El papel en la película de Richard Attenborough fue, precisamente, un punto de inflexión en su carrera. El otro vino de la mano de "Sexy Beast" (Jonathan Glazer, 2000).