El exlíder de Los Ronaldos (Madrid, 1969), difunde en una gira su tercer disco en solitario, ´La hora de los gigantes´, en dos conciertos en Cáceres y Badajoz

Los años no minan el impulso del rockero Coque Malla. El próximo 22 de octubre cumple 40. "Es un año más. No se llega a ningún sitio. Sigo haciendo lo mismo que hace veinte años", dice el músico, que hoy y mañana presenta en Cáceres y Badajoz su último disco, La hora de los gigantes , el tercero que graba en solitario después de la separación de su banda, Los Ronaldos, en 1998.

--Ha dicho que este es el disco que había querido hacer. ¿Es ese el ideal de un artista?.

--Es el que más se acerca a lo que tenía en la cabeza de entre los discos que he grabado. No es que haya salido algo ideal o perfecto. Me queda mucho por hacer.

--¿Y qué tenía en la cabeza?

--No es algo muy tangible sino una idea de cómo me gustaría que sonara, que respirara, que fuese espontáneo, que se escuchara mi voz... cosas que con los años se escapan a mi control. Con este disco, sin embargo, lo he tenido. Y era el momento más adecuado para hacerlo porque nos hemos juntado las personas apropiadas, los ingenieros apropiados... De manera que ha salido un disco especial, lo que no siempre ocurre.

--En la canción Berlín habla de una casa donde uno pueda quedarse para toda la vida.

--Más que de un asentamiento físico habla de que las cosas que ocurran, sea esa casa, una amistad o una relación sentimental, uno las desea con la idea de duración.

--¿Uno aspira a hacer canciones que duren?

--No sé. Hasta que no veo una canción terminada, se la pongo a un amigo... Este es un oficio inseguro, manejas tantos intangibles que no sabes qué va a salir.

--Si se piensa que el rock discurre durante la juventud, ¿cómo se lo plantea cuando sigue en él al cabo del tiempo?

--En mi caso no me lo planteo. No me digo si debería seguir haciendo rock o no, porque es mi oficio, mi profesión, como quien es carpintero, sin más. Si fuera futbolista, sí que tendría un tiempo limitado.

--Sus padres trabajan en el teatro. ¿Cómo acogieron que usted se dedicara a la música?

--Mis padres estaban encantados. A mí se me notó desde pequeño que me iba a dedicar a esto. Así que ellos lo tenían claro.

--Si concibe sus discos como obras cerradas, estas, con las descargas de canciones, quedan rotas.

--Es cierto. Pero yo empecé a hacer discos cuando eso no existía, y tengo la tendencia a hacer obras y no canciones sueltas. Habrá menos gentes que apreciarán la obra entera, el ritmo con que están dispuestas las canciones, la forma de las carátulas, los dibujos... Y otros seguirán cogiendo temas sueltos.

--Su trabajo en el cine ha discurrido paralelamente al de la música.

--Mi carrera es la música. Escribo mis canciones y hago mis discos, en los que hablo de lo que me pasa. Mientras que el cine es ayudar a otros, al director, al guionista, a hacer su obra. Y es apasionante. Pero a mí me gusta contar lo que me pasa a mí y dedicarle mis energías.