Cuando se despoja del abrigo, una enorme y vistosa cruz aparece colgando sobre el pecho. No es mera decoración. Hace años que Carlos Santana convierte cada una de sus apariciones públicas en una oportunidad para transmitir su recargado mensaje místico.

Ayer visitó Barcelona para presentar All that I am , un disco en el que explota de nuevo la fórmula de los tándems que tan bien le fue con Supernatural (1999) y Shaman (2002). No obstante, como era de esperar, el guitarrista habló poco de riffs y mucho de Dios, la luz como origen del universo, la elevación de las conciencias y "orgasmos espirituales".

Santana se ha asociado esta vez a Steve Tyler (de Aerosmith), Mary J. Blige, Joss Stone y Sean Paul, entre otros, para la conquista del público masivo. "Me entusiasma aprender de toda la gente. Cada persona tiene sus huellas digitales, cada una es diferente. Esa individualidad es un regalo de Dios. Estos artistas vienen a ofrecerme su corazón. Y pienso que puedo aprender de ellos. Tengo 58 años, pero por dentro siento tener 17".

Lo de la conquista del público masivo es cosa de la discográfica, si se cree el discurso de Santana. "Utilizo la música, que es lo que me dio Dios, para tentar corazones. Dejo las ventas de los discos a la discográfica y a Clive Davis (productor del trabajo). Lo único que pretendo es dar pellizcos de luz, elevar la conciencia humana para que haya armonía, justicia y paz para que no todo sea horror y miedo".